miércoles, 20 de diciembre de 2017

LA IMAGEN DEL CUERPO FEMENINO: DE CHRISTINE DE PIZAN AL MALLEUS MALEFICARUM

Siguiendo con los espléndidos trabajos del filósofo Tomás Moreno sobre la misoginia, incorporamos uno nuevo para la sección, Microensayos, del blog Ancile, esta vez bajo el título:La imagen del cuerpo Femenino: de Christine de Pizan al "Malleus Maleficarum".




La imagen del cuerpo Femenino: de Christine de Pizan al "Malleus Maleficarum". Tomás Moreno



LA IMAGEN DEL CUERPO FEMENINO: 

DE CHRISTINE DE PIZAN AL MALLEUS MALEFICARUM


La imagen del cuerpo Femenino: de Christine de Pizan al "Malleus Maleficarum". Tomás Moreno


Frente este tipo de patrañas seudocientíficas y supersticiosas de médicos ignorantes, de teólogos dogmáticos y de monjes célibes, únicamente una mujer, Christine de Pizan (1364-1430) fue capaz, a finales del XIV, en su diálogo La ciudad de las damas (1405) de hacerles frente, promoviendo y reivindicando con orgullo y argumentos la imagen del cuerpo femenino -fuerte, sano y hermoso- como fuente de vida y de confianza (LCD. Introd. XLII)[1]. Las mujeres, argumentará Christine, no deben aceptar los “insultos, daños y prejuicios” que contra ellas han vertido secularmente sus agresores masculinos acerca de la debilidad e imperfección de su cuerpo y de su sexo: “El más grande –terminará diciendo con contundencia- es aquel o aquella que más méritos tiene. La inferioridad o superioridad de la gente no reside en su cuerpo, atendiendo a su sexo, sino en la perfección de sus hábitos y cualidades” (Idem, 24).
La imagen del cuerpo Femenino: de Christine de Pizan al "Malleus Maleficarum". Tomás Moreno

            Sin embargo, la Iglesia no cesó en su campaña antifemenina, sino que reforzó la teoría de la inferioridad y debilidad de la mujer con la reforma de los libros litúrgicos y de la martiriología. En el léxico de los textos oficiales figuraba a menudo la infirmitas, la imbecillitas, y la humilitas del sexo femenino. Es sorprendente, reflexiona R. de Maio, en la liturgia de las santas, que en naturalezas tan bajas Dios haya encontrado materia para fabricar una heroína. Esta consideración de la inferioridad y debilidad de la mujer respecto del hombre permanecerá sin alteración a lo largo de los siglos.           Los inquisidores autores del Malleus Maleficarum (1486), los dominicos Heinrich Kramer y Jacobus Sprenger, explican el hecho de que haya muchas más brujas que brujos al hecho de que la mujer es más vulnerable y blanda que el hombre, más débil de mente y de cuerpo, semejante al niño “por la debilidad del pensamiento” y “por naturaleza más impresionable y más predispuesta a sufrir la influencia de un espíritu descorporeizado[2]. Jean de Wier, médico del XVI señalaba: “No es por casualidad por lo que los latinos denominaron a la mujer “Mulier” […] que casi viene de la palabra “Mollicies”, que significa blandura” (De l’imposture et tromperies des diables: des enchantements et sorcelleries”, París, 1569).
La imagen del cuerpo Femenino: de Christine de Pizan al "Malleus Maleficarum". Tomás Moreno

            A lo largo de toda la baja Edad Media y del Renacimiento la imagen del cuerpo femenino, que habían heredado los escolásticos de la tradición patrística y los humanistas de la antigüedad clásica, persistió sin apenas variaciones. Bajo la autoridad de Aristóteles, de Galeno y de Avicena, en un caso, y de la Biblia en el otro, la mujer era considerada biológicamente deficiente, presentaba una función generadora, no procreadora; su semilla era árida, y circulaba en medio de esa vorágine de frigidez y de apetitos que era su cuerpo, nacido de una fallida simetría biológica, por una parte; y aparecía, por la otra, como responsable del mal y de la caída. Solamente el Cardenal de Cusa (el Cusano), en 1519, basándose en la igualdad procreadora, había superado su pretendida inferioridad física y moral con respecto al hombre. Sin embargo el gran cardenal humanista no ignoraba los textos canónicos, casi sagrados, de la medicina, de Aristóteles, del llamado Corpus Hipocraticum, de Galeno, de Avicena. La tendencia dentro de la teoría común de las escuelas era preferir Galeno a Hipócrates, el cual reconocía que la mujer poseía el derecho a la maternidad procreadora: para él ya no era el recipiente pasivo y el varón fallido del que hablaba Aristóteles y del que hablara Tomás de Aquino, sino fuente sustancial de vida[3].

TOMÁS MORENO





[1] Christine de Pizan, La ciudad de las damas, Ed. Siruela, Madrid, 2000.
[2] Heinrich Kramer y Jacobus Sprenger, Malleus Maleficarum. El martillo de los brujos,  reditar libros, Barcelona-México DF., 2006.
[3] Romeo de Maio, Mujer y Renacimiento, op. cit, p. 42. 



La imagen del cuerpo Femenino: de Christine de Pizan al "Malleus Maleficarum". Tomás Moreno

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