domingo, 31 de agosto de 2014

LENGUAJE Y POESÍA

Siguiendo las directrices de publicación para la sección Pensamiento, del blog Ancile, ofrecemos un nuevo fragmento de la totalidad del trabajo titulado Arqueología de un instante, hoy bajo la reseña general de Lenguaje y poesía.

Lenguaje y poesía, Francisco Acuyo, Ancile




LENGUAJE Y POESÍA






Si la problemática genérica de la poesía como integrante de un corpus literario puede no haber pasado por una transición teórica del todo pacífica, no será menos controvertida la problemática entre el lenguaje y la poesía, como de hecho lo ha sido de manera general el del arte como lenguaje.35 Los signos constitutivos de dicho lenguaje, para la conformación del vocabulario y del artefacto legal de su estructura y jerarquía, nos hará plantearnos problemáticas como el parentesco entre unos lenguajes (artísticos) y otros, así de cómo afrontar esta realidad desde la teoría de los sistemas sígnicos, aun cuando la poesía (como cualquiera otra arte) distingue su propio lenguaje del de otros sistemas. Podría constatarse esta fenomenología como aquella que se plantean en las presuntas afinidades en los fenómenos de la écfrasis y la sinestesia.36 Sería de gran interés observar hasta qué punto la base lingüística que compone el poema se estructura en virtud del sistema que rige la lengua natural respecto a aquellos sistemas modelizadores secundarios,37 si se supone no reproducen todos y cada uno de los aspectos de las lenguas naturales, y ver, así, las incidencias coincidentes entre la música y la poesía, por ejemplo; de su relación sintagmática y paradigmática pueden observarse afinidades de aquellas (música, poesía, pintura...), si entendidas como objetos semiológicos.

Lenguaje y poesía, Francisco Acuyo, Ancile Consideramos de gran interés la indagación y comprensión de aquellas razones primordiales por las que tales lenguajes manifiestan aquella complejidad que los hacen distintos de la lengua natural. Se dice que la diferencia radica en el cuantum de información que transmite un poema, acaso fuese totalmente inaccesible para su transmisión certera sin una estructura elemental lingüística propia; y es que el pensamiento (con la emoción, la intuición, la percepción) que se proyecta en el poema se realiza en una peculiar estructura (poética) de la que se dice que es inseparable, y de donde puede finalmente colegirse que será este aspecto formal en donde se mueve la propiedad ineludible de su función especial, la cual, opera de modo tal que nos hace entenderla como un organismo vivo que vincula su función dinámica en virtud del complejo mecanismo estructural (biológico) que la hace tan especial.

Será no menos interesante a las alturas de nuestra exposición plantearse la que puede ser una fascinante cuestión: si la poesía es sólo lenguaje literario. Si partimos del texto poético como indicador que manifiesta abiertamente la diferencia del signo poético, también nos ofrece la posibilidad de contemplar el concepto de signo como algo diferente a lo que la ortodoxia semiótica nos ofrece. Nos parece en este extremo que el lenguaje poético advierte de la importancia del signo en poesía como elemento fundamental para la manifestación de la naturaleza singular del fenómeno poético, pues da cuenta de su capacidad para mostrar de forma ciertamente especial su importancia como vehículo muy particular de información. Es capaz de integrar con su dinámica expresiva una representación del mundo que acierta a comprender que éste no sólo es materia y energía, también información; y es que de su mensaje puede inferirse un algo que persiste en el azaroso caos del ruido que envuelve nuestras sensaciones humanas.

A través de la expresión (y lenguaje) poética(o) se observa de manera ideal, a nuestro juicio, su competencia para decodificar singularmente la totalidad a la que se enfrenta el hombre como criatura capaz de conocer y reconocerse en un entorno que tiende inexorablemente a la entropía, además de dar cuenta de que lo único cierto es la propia incertidumbre: y es que el poeta, cuando habla, si bien cambia el conocimiento de quien escucha, no hace sino mostrar que el receptor está en situación de incertidumbre respecto del mensaje que ha de escuchar, mas no de ignorancia, pues su saber será posible gracias a una o varias interpretaciones del poema, siempre y cuando este no viole las reglas de la gramática del significado: es así que el mensaje poético no debe entenderse como una entidad aislada, sino en función de las (polivalentes) interpretaciones que acaso pueden evaluarse de manera estadística.

Es en la observación del lenguaje poético desde donde cabe plantearse de manera especialmente manifiesta por qué el mundo está lleno de formas inasibles de orden, tal es el caso del lenguaje, cuando lo más fácil sería el caos absoluto.

Sabemos que conforme a las reglas y preceptivas (ortográficas, gramaticales...) de estructura y sentido los sistemas reducen en su jerarquía la incertidumbre en forma de redundancia38 y en cuya base se hace posible la singular riqueza y complejidad, en este caso, de un sistema lingüístico. Nos parece por esto que en el análisis sistemático del verso (como integrante de dicho sistema) se produce una paradoja de gran interés y que, de su comprensión, radica en buena parte nuestra capacidad de situarnos en el poema bien como vívidos lectores, integrados en la contemplación totalizadora de un universo que participa de unas 39 en virtud del cual debemos entender que el análisis pormenorizado de su estructura interna no es compatible con una descripción de su generalidad. Es por esto fácil de comprender que aquellas propiedades significativas del poema (sintácticas, métricas, retóricas...) han de entenderse de forma estadística; y es que la poesía (y el poema) se observa (como organismo vivo) en su concreción material y genuina que genera su novedad conforme (se escribe o lee) a algo siempre vivo y novedoso; se configura como ley pero siempre impredecible, pues en él (en el poema) nos parece que siempre hay más información de la que hubo en un principio.

Lenguaje y poesía, Francisco Acuyo, Ancile
Creemos que, si bien reconocemos que la propiedad del lenguaje puede ser utilizada simbólicamente y que pueden incidir en el mundo linealmente, no obstante, todos reconvenimos en que las palabras que lo componen no son hechos; mas en el lenguaje poético advertiremos que los símbolos portadores de la palabra se manipulan con más libertad que la sustancia misma.

El hecho de que busquemos principios abstractos universales capaces de generar sentencias con cierta estructura de la que se deduce una gramática la que, a su vez, de manera intrínseca nos dice que lo que sabemos de ese lenguaje (poético) es más que un síntoma de su necesidad y de nuestro convencimiento de su aplicabilidad al ámbito del fenómeno de expresión poética, y todo aun a sabiendas de que es un conocimiento que ha de permanecer oculto (inconsciente) para el que lo utiliza (bien creando o bien recreando -leyendo- en el texto poético), pero que genera una ingente cantidad de información que muestra que el lenguaje poético es esencialmente creador.40

Será en el ámbito de la expresión poética desde donde podamos constatar con mayor y mejor perspectiva la analogía del lenguaje en general y del poético en particular, respecto de los denominados sistemas vivos, pues ambos se manifiestan complejos y estables, además de no rendirse fácilmente a los efectos de la aleatoriedad (véase el caso de los denominados desvíos métricos respecto de las normas de preceptiva),41 pues se basan en una complejidad autorreguladora.42

En el lenguaje poético puede observarse la tendencia hacia un comportamiento que lo describe como organismo tendente a estados de mayor complejidad, sea o no esa la dirección que deseara tomar,43 y que nos hace reconocer la poesía en su lenguaje como un sistema abierto que no nos aleja de aquella concepción de: naciente, siempre en referencia al poema como algo nuevo que desafía en muchos casos toda explicación en torno a una causa y su respectivo efecto.44

De cualquier modo no podemos tampoco dejar de hacernos (gozosos) partícipes de ese carácter lúdico de la poesía gracias al cual se detecta inmersa en un verdadero proceso, no sólo lingüístico, también biológico, pues se ofrece en sus reglas internas co-partícipe de las leyes integradas en la misma estructura material del ser vivo que lo genera, y que gracias a ellas nos conducimos una y otra vez a la novedad y, por ende, a lo permanentemente inconcluso.

Se establece en el ámbito de la comprensión poemática la disquisición manifiesta en la eterna pregunta de ¿hasta dónde puede conocer el ser humano?; también para constatar de forma natural que la adopción de 45 sino la insuficiencia de estos, sustentados en la necesidad de crear otros nuevos para encontrar a su vez una nueva explicación.
Lenguaje y poesía, Francisco Acuyo, Ancile
cualquier sistema para la adquisición de conocimiento no implica en base a sus axiomas
La poesía se vierte con esa admirable capacidad de continua sorpresa que muestra en su complejidad y riqueza que es mucho más intriccada y fértil que cualquier intento que pretenda describirla o definirla de manera presuntamente exhaustiva.
Aquellas características del poema (y por tanto de la poesía) que se nos ofrecen como aspectos redundantes del mismo (véase el métrico especialmente), muestra un cariz evolutivo en la poesía que consideramos de muy alto interés, pues pone en evidencia aquella inclinación biológica de la que hablábamos en tanto que dicho proceso evolutivo no se mueve tanto por el azar como por la complejidad y un alto grado de orden.

Se verá con especial facilidad y transparencia en poesía que las reglas lingüísticas que posibilitan el lenguaje no se cierran en su ámbito en estrictos mecanismos de causa y efecto, pues ésta (la poesía) mantiene su ser en virtud de mostrarse incompleto y abierto y, en consecuencia, de mostrase también a la expectativa de novedad constante, la cual se traduce en una capacidad generativa 46 y transformacional de novedades.

Es bueno señalar que muchas veces el poema se comporta como un auténtico algoritmo, capaz de manipular símbolos utilizando un número finito de reglas de transformación y que, a la vez, es también capaz de activarse o desactivarse en momentos específicos. Esto se verá, sobre todo, en los poemas medidos o sujetos a normas de preceptiva métrica, las cuales actúan como freno a las posibles mutaciones aleatorias en los símbolos del mensaje poemático, todo lo cual incidirá en el hecho general de que ningún lenguaje toleraría cambios al azar porque ello acabaría con la posibilidad de cualquier significado.



                                                                                                            Francisco Acuyo



Notas.-



35 Lotman, I.M.:  ob. cit. notas 4, 14 y 15.
36 Acuyo, F.: Apuntes para una retórica poética: De la écfrasis y la sinestesia, Actas del Primer Congreso Internacional de Ciencia Arte y Sinestesia, Almería, 2005.
37 Lotman, I.M.: ob. cit. Ver nota 35.
38 Campel, J.: El hombre gramatical,  Fondo de Cultura económica, México, 1989.
39 Laiser, D.: The Arrow of time, Scientific American, 1975.
40 Chomsky, N.: Language and Mind: problems of  knowledege and freedom, Patheons Book, Nueva York, 1971.
41 Acuyo, F.:ob. cit, notas 1 y 2.
42 Campell, J.: ob. cit. nota 38.
43 Prigogine, I.:  Scientist See a Loophole in the fatal law o physics,  New York Times, 1979.
44 Eliot, T.S.: The frontiers of criticism, University of Minnesota Press, 1956.
45 Gödel, K.: Ensayos inéditos, Mondadori, Madrid, 1994.



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