sábado, 1 de febrero de 2014

LA POESÍA DE RAÚL CAMPOY GUILLÉN EN LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA

Recogemos del blog de La noche en blanco de Granada el último post dedicado al poeta de Madrid Raúl CAmpoy Guillén.
Enlace al blog de La noche en blanco de Granada





En nuestra sección habitual dedicada a la poesía del blog de La noche en blanco de Granada, traemos los versos del poeta madrileño Raúl Campoy Guillén.








LOS VERSOS DE RAÚL CAMPOY 

EN LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA





RAÚL CAMPOY GUILLÉN (Madrid, 1978)

Ha publicado:

Los dientes del reloj, Ed. Atlantis (2008) y Donde casi amanece, Ed. CELYA (1ª edición 2010, 2ª edición 2012).
Sus dos libros han sido seleccionados en listas (Qué leer, Madrid Press…) de los libros más destacados de poesía del mismo año en que salieron (2008 y 2010).

Ha sido seleccionado como uno de los ganadores en el III Certamen del Día Internacional de la Poesía en Segovia 2012. 
Ha sido el ganador del Premio de Poesía Internacional “Sacra Leal Domínguez” 2012.

Ha sido publicado en numerosas revistas de ámbito nacional e internacional, así como en numerosas antologías peninsulares y extranjeras.

A nivel internacional, ha participado en el XV Festival Internacional de Poesía de La Habana (Cuba); en el Festival Internacional de Poesía de Copenhague (Dinamarca) 2011; en el V Encuentro Internacional de Literatura Tres Orillas en Canarias; en el VI Festival Internacional de Poesía, Palabra del Mundo y en el Festival Internacional de Lima, FIPLIMA (Perú) 2013.


Sus poemas han sido traducidos al danés y al inglés.






                           TORNILLO


 Voy dibujando la rosca de un tornillo con cada gesto y el tornillo gira, y yo vivo en su hipnótico metal y como una tuerca me paseo por la rosca y el tornillo gira, y perdido en su cilindro a veces hay holguras de pared por donde visito lo que amo y el tornillo gira, y vuelvo enroscado, punzante en este sonido inacabado y el tornillo gira, y giro forzado entre paredes y giro loco y el tornillo gira, y me oprimo entre hélices con ojos nauseabundos y el tornillo gira y el tornillo avanza, y todo me sabe a caracoles, a ovillos enloquecidos como un Michael Jackson intratable y el tornillo gira, y entre esta revolución de alcoholes sin remedio, entre este apretarme y soltarme sin remedio, mientras el tornillo gira, me asusto de mi mismo: de ser yo mismo el destornillador.



                                                                               
                                                                                   
                                                                 

                   Del libro Los dientes del reloj (2008)





      VELADURAS            


             

Era de noche.
Ese pintor oculto lo tenía fácil.
Le di un pincel empañado de nostalgias.
Le di los silbidos quebradizos
que tiritan en mi trazo.
Yo competía con todos los colores:
mi cuerpo era triste
como todas las hojas del otoño;
apagué todos los ponientes
en esta copa,
                     en esta silla,
                               en esta mesa
que sirve de almohada
para mi pensamiento;
me sumergí
en las cortinas del murmullo,
en la protección de las palabras
borrosas.
Yo era la soledad
pero necesitaba estar más solo.
Yo quería encajar
dentro del mutismo de un marco.
Por eso llamé a ese pintor oculto.
A esa dulzura de paleta infantil.
A esos ojos que te miran
desde la lluvia.
A esa protección de lienzo.

(Pero me vi solo
en un bar
enfrente de un espejo.)

He dicho que era de noche?
Era de día.
Mi cuerpo de noche,
disfrazado en la luna:
siempre hay que aparentar ser,
ser pintura.




Del libro Donde casi amanece (2010)




                                                                 CRAS






Sabes
que en menos de un minuto chocarás contra el poste eléctrico.
Sabes
que debes aflojar el acelerador.
Sabes
que reventarán todas las ilusiones de tu compañera
contra el cristal,
que verás sus ojos, inyectados de morfina negra
como dos cafés aguaitando el brillo del azúcar,
que tragarás su mano, asida
de vacío y ónice,                
                            la verás
haciendo en las heridas
las maletas,
y tú,
corriendo en círculos por la inmovilidad,
gritarás las hemorragias de la sordera.
Lo sabes,
pero seguirás yendo al poste
como el violador busca el centro de su ira
y chocaras como la nada
deja de ser nada.
No habrá carrasperas de sirenas
ni batas blancas ateridas al existir;
porque lo más grave de tus accidentes es,
que en el amor,
lo único que se salva, es
                                       la vida.


                                             
Del libro Donde casi amanece (2010)




Raúl Campoy Guillén





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