martes, 12 de octubre de 2010

ANTONIO CARVAJAL: CASI UNA FANTASÍA II

Antonio Carvajal, Casi una fantasía 2, Francisco Acuyo


CASI UNA FANTASÍA:
ELOGIO DE LA VIDA, LA AMISTAD
Y LA POESÍA II







Pero atenderemos todavía a otra cuestión que lo aleja aún más del tópico intertextual, si analizamos primero (y después lo vinculamos a la idea de mito) el sentido de la periodicidad rítmica del poemario, que indica una conceptualización de la preceptiva (¿o post-ceptiva?) métrica, a través de la cual indaga conscientemente los sutiles y delicados vericuetos de la expresividad poética y, (¿inconscientemente, tal vez?) los entresijos dinámicos que justifican, algunas veces, la violación de la norma por la justificación estética, y es que en virtud de la ruptura de sus leyes, paradójicamente, desde donde se establece la necesidad de un orden implícito –implicado- en el caos aparente de su manifestación),[1] mas planteando la compleja (y ¿excéntrica?) problemática numérico pitagórica,[2] que se convierte en actitud insólita para los esquemas numéricos[3] que propone, los cuales, muy bien puede ser de utilidad rítmico musical con (nosotros diríamos, míticas) implicaciones místicas.[4] De cualquier forma las proporciones (divinas) áureas[5] no destacan para Carvajal por ser motivo de acuciante desasosiego y preocupación, o, al menos, por ser la suya una inquietud distinta en tanto que le interesaba el germen (las potencias germinativas)[6] de diversos números, así la del 32, que se revela en favor de una concepción cósmico-poética en casi perfecto equilibrio,[7] aunque, evidenciando en la totalidad del poema una muy particular y sugestiva aritmología.[8]

Nos parece inferir de este despliegue numérico (cosmológico) sobre el que se estructura el poema una peculiar manera de revestir (con carácter numinoso) la experiencia vital del héroe protagonista que nos invita, también, a participar en una ostensión de particular hierofanía prodigiosa que notifica a un tiempo de lo excepcional mítico, mas integrado –paradójicamente- en lo vital cósmico cotidiano y circundante y, todo para, en definitiva, al ser en la belleza[9] mostrar su potencia mítica y reconocer desde esta, la realidad e intemporalidad del mundo vital, pero exceptivo, generado en el poema.

El espacio y el tiempo sobre el cual discurre la acción poemática son elementos que estimamos de primordial importancia (extraordinario y sublime cronotopo el ofrecido en Casi una Fantasía) para la correcta inmersión (y posterior comprensión) de los versos que componen su cuerpo lírico-narrativo. La heterogeneidad del espacio poético de los versos manifiesta un fundamento ontológico del mundo necesario, precisamente, para fundar[10] un cosmos que, en modo alguno, puede tener origen en el caos de lo relativo y homogéneo de un espacio en franca inestabilidad, y todo por localizar el sitio[11] donde vivir en plenitud y realmente.

Hablábamos de un espacio hierofánico porque se hace evidente la necesidad del poeta por establecer los límites del territorio (medio cósmico) del poema para hacerlo cualitativamente único, inteligible y distinto. El rico (y complejo) simbolismo de los versos no hace sino poner fin a la confusión de lo relativo gracias a la evocatio de la experiencia vital y heroica del ya mítico protagonista. Son estos versos el espacio vívido por el que es posible trasladarse con una orientación segura frente a la relatividad y el desorden homogéneo y larvario exterior al mismo. Es así que, Casi una Fantasía,  puede considerarse un ejemplar modelo de ocupación de un territorio (de un espacio mítico y vital) mediante el que se inaugura, en excepcional transfiguración, un cosmos a la vez sólito e inaudito; mas, su andadura por el mismo supone la aceptación de una no menos extraordinaria cosmogonía. Nos encontramos ante el acto (primordial) de creación por excelencia: la transmutación a través del cálculo del número (mítico, mágico) del caos genérico, para ser vertido como acto (divino) de creación. Cada estrofa, cada verso, cada sílaba, es una nunca vista consagración, en tanto que organiza un espacio que no hace sino reflejar la mítica obra de creación que fuera un día genuina de los dioses.

Somos pues, testigos de excepción en estos versos, nada menos que del Axis mundi bajo el techo cultural que significan (o donde adquieren exclusiva significación), versos pues, que se configuran cósmicamente para establecerse como preferente imago mundi.

Pero el tiempo mantiene en este poema también un rasgo de excepcional presencia en tanto que es, efectivamente, reversible. Nos encontramos ante el tiempo mítico primordial del que hablaba Eliade,[12] hecho dispensado (y exento) y presente. Estamos situados ante un discurso temporal que se reviste de carácter litúrgico, pues no hace sino reactualizarse en virtud de un (unos) acontecimiento(s) mítico(s); es un tiempo indefinidamente recuperable y que, acaso, no transcurre: se ofrece idéntico a sí mismo (inmutable y parmenideo), glorificado (mitificado) en virtud de la gesta cantada y que se vierte en el poema ab origine, in illo tempore, pues se rememora (como mítica fiesta) en tanto que aquellos instantes no existían antes de la consecución de la heroicidad épica narrada. Nos situamos ante una especie extremadamente sui generis de tiempo inmarcesible y eterno.
Casi una Fantasía se revela dentro de un tiempo litúrgico por el que se afirma como el rito excepcional, susceptible de detener la duración temporal profana, por lo que muy bien podemos decir que estamos ante un auténtico templum-tempus del que cabe deducirse una cosmogonía arquetípica propia de toda índole de ejercicio creativo, genuino y cierto. Es por todo esto que el mito tiene esa importancia que anunciábamos en un principio para el poema, y es que gracias a éste (al mito) ha llegado a la existencia una nueva y extraordinaria realidad. Este poema significa, insistimos, la reactualización ritual del illus tempus original como epifanía de su realidad vital.

El poema tiene por tanto un carácter vivazmente festivo en tanto que entendamos la fiesta (de la vida, de la amistad y de la poesía) como un reencuentro plenamente (sagradamente) vital. Así, el autor aspira y se esfuerza en vivir entre sus versos, si estos, en la (sacra) rememoración que suponen, le mantienen en estrecho contacto con el ejercicio de la creación, y este, como principal manifestación de la dinamicidad espontánea de la vida.

El mito que nutre Casi una Fantasía, si bien actúa como dechado ejemplar de un acaecer (o mejor, de un acontecer) primordial que sucedió ab initio de todo tiempo (poético), debe entenderse como relato que revela los misterios (iniciáticos) del personaje (héroe)[13] que no hace sino contar la gesta, y los cuales nunca hubiesen podido ser conocidos sino por la labor de revelación del poeta. Así pues, decir, Casi una Fantasía, es levantar la proclama de lo que sucedió ab origine, y que en su revelación mítica pasa a ser contemplada en su dictado como una verdad apodíctica. Es esta revelación realizada por el poeta (como labor poética) un acto, a nuestro modo de entender, muy real y altamente significativo, cuyo simbolismo trasciende la opacidad extenuante de cualquier labor cotidiana (incluso la de escribir versos como mero automatismo descriptivo y de esfuerzo prosaico) para elevarse, o, buscar abertura hacia lo universal donde se inspira el mundo del espíritu en su labor creativa. Y es que, al fin y a la postre, el mito no hace sino revelar la actividad nutricia y netamente creadora de los dioses, por esto, leer Casi una Fantasía es ante todo participar (¿integrar-se?) de ese lapso sagrado que es cualquiera actividad creadora en la plenitud de su graciosa ejercitación.

Estos modelos dilucidados de mitos, tal como con el que nos agasaja en su  solemne poema Antonio Carvajal, son (es) vehículo(s) de reconocimiento (y conservación de sus relatos de gesta divinos) de aquellos héroes civilizadores mediante los cuales el hombre se trasciende y aspira a criterios eximios de justicia y ética universales.

Cuando al inicio de este proemio hablábamos de la poesía como Ciencia de la paradoja[14] estábamos haciendo una clara referencia a que, el ser creativo (si ser en la belleza)[15] se mueve necesariamente entre la dualidad y síntesis de rasgos netamente paradójicos, a saber: de una parte es personal-humano, y por otra parte constituye un proceso impersonal y creativo que diría, tan sutilmente, Jung.[16] Será precisamente en actividades creativas como la que nos ocupa, desde donde podamos otear, de manera predilecta, ese horizonte enigmático que es la obra de arte como un asunto mítico-colectivo, en tanto que el arte se manifiesta como impulso que convierte al hombre en instrumento, y en cuanto que el poeta es hombre colectivo en el sentido más elevado, si es que el poeta es verdaderamente portador (y conformador) del espíritu (alma inconsciente)[17] de la humanidad.

Hablar de Casi una Fantasía es decir de un símbolo (de un signo) que supera cualquier indicador alegórico o semiótico. Estamos ante la expresión que será causa de un efecto vivo, primigenio, en el alma de muchos hombres. Nos situamos ante un numen que, sólo al colisionar con la conciencia, se transforma invitando al lector a la participation mystique que supone el secreto de la creación artística y sus vívidos efectos.

De la exultante vivencia del poema surgen, sobre todo para los ojos de la razón objetiva, una serie de cuestiones que quieren –necesitan- hablarnos de la naturaleza de la poesía como genuino acto creador (y que resulta extrapolable a cualquiera arte creativa verdadera) y que tiene que ver con el significado o el sentido del acto creativo, y en particular del acto creativo primordial de la poesía misma. Como creador, el artista, al menos así lo concebimos nosotros, antes que más o menos ladino e informado exegeta, se declara artífice (¿inventor, poeta hacedor, en este caso); quizá por eso la poesía no tenga un preciso sentido o significado, en tanto en cuanto que, imbuida en la tarea creativa sencillamente es, y (como la naturaleza viva) acaso no tiene por qué demandar exigencias de significación. De la lectura de estos versos cabe colegirse, igualmente, que es la menesterosidad de nuestra razón intelectual la que condiciona significacionalmente a la poesía como acto creativo. Cuando decimos que la poesía es ser en la belleza lo hacemos porque, gracias a aquella (a la belleza), se satisface en plenitud a sí misma.

Antonio Carvajal, Casi una fantasía 2, Francisco Acuyo
Se aprende de este poema que, al situarnos en su tiempo y espacio, debemos someternos a la verdad de su arte. Nos parece que la intromisión analítica intelectual es la invitación a la disolución de la vida que se va haciendo a sí misma en la poesía, y que lo aprehendido desde este análisis en significados, conceptos o imágenes no es sino una forma, si no infame,forense que nos aleja de manera irrevocable del misterio vivo de la poesía. Así, si el poeta se mantiene inmerso en el proceso creativo se verá incapaz de ver o reconocer fuera o al margen de su enigmático proceder, si es que se concibe  incompatible la vivencia directa y el conocimiento supuestamente objetivo de aquel ensayo, experiencia, praxis (espontánea) creativa.

Todo lo inmediatamente referido viene a colación por las escasas referencias teóricas que aporta el autor respecto de su propia poesía. En este punto volvemos hacer remisión a la figura de Valery, aunque puede que por muy diferentes razones a las que cabe, en principio, suponerse. De cualquiera forma se nos antoja que la presencia de Valery debe entenderse[18] cautamente, tal que sobrevoladora traza y asistencia (por momentos más o menos lejana) en la intención poética de Carvajal, pero, insistimos, ha de contemplarse de manera muy especial y privativa: es así que se manifiesta el poeta respecto a la concepción y crédito del poema entendiendo este, amén de todo lo dicho, como extensión literaria de aplicación (peculiar) de propiedades del lenguaje,[19] y es que el ejercicio poético se promete en estos versos como capacidad –extrema, en ocasiones- del poeta para reencontrase con el lenguaje mismo.[20] No debe extrañarnos en este punto, la ya proverbial aversión de Carvajal, expresa en numerosas ocasiones,[21] por pronunciarse teóricamente (poética-mente) sobre el hecho creativo poético. Esta ausencia de poética parte de la concepción misma de la poesía (poiesis) como ejercicio de creación y que, en la poética, insistimos, obtiene analogía -teórica- en tanto que obra, cuya sustancia y medio es también el lenguaje, mas sometido a las convenciones (de precepto y exposición) que, sujetas a su vez a rígidas fórmulas precisas, no alcanzan por sí solas el vuelo del impulso creativo. Mas, en virtud de ese incansable –inagotable- espíritu de novedad en el lenguaje poético será, no obstante, lógico que encuentre su culminación el poema como poiein (hacer) del espíritu, y en cuya acción se empleen (para su perfecta, enérgica y ardiente consecución) todos los medios a su alcance.

Es por tanto perfectamente legítimo sospechar de aquella expresión exterior que pretende explicarla como cosa inmoble, extinta, muerta; será así, la viva dinámica del propio arte y no tanto la razón analítica o demostrativa lo que importe, si es algo que en sí mismo está necesariamente en continua conmoción, diligencia y movimiento en virtud de ser –y estar- vivo: Aquiles no puede vencer a la tortuga si sueña en el espacio y en el tiempo.[22] Todo aquello que encuentra definición se distingue inexcusable del espíritu creador, y es que la poesía (como creación del espíritu) no es posible sino en acto. La acción poética será factible en virtud de la negativa a observarse como objeto sin relación con el espíritu creador. Así las obras creativas (del espíritu) encuentran su relación de manera exclusiva en aquello que hace nacer lo que las hizo nacer en ellas mismas. [23]

Nos parece, sin embargo, interesante incidir, aunque sea brevemente, en la cuestión del espíritu creador, porque induce y estimula la concepción (incluso desde el mismo status nascendi de la obra) del poema como materialidad (lingüística) de la poesía, sobre todo si se concibe como portadora del fenómeno psíquico y de la vida. No exageraríamos si creemos detectar también un cierto hilozoísmo en su concepción del ser y el fenómeno poético, pues en el poema carvajaliano debe entenderse el espíritu como una cualidad misma de la materia viva que anima y compone el poema, o lo que es lo mismo, como ligamentum animae et corporis profundamente vital. El relato de las vivencias del héroe en la epopeya de Casi una Fantasía puede también entenderse como una escenificación mitológica muy personal (íntima) del descenso del nous divino que cae (¡complacidamente!) prisionero de la fisis; al fin y al cabo, el espíritu poético carvajaliano es aquel ánima que da vital e inobediente impulso (e idea feliz) a la constancia y el entusiasmo. Este concepto espiritual puede conectarse con el arquetipo mitológico del que hablábamos unos párrafos más atrás y que servía para elevarse, o, buscar abertura hacia lo universal donde se inspira el mundo del espíritu en su labor creativa.[24]

La estrecha relación del binomio poesía-vida hacen, en todo caso, más consistentes nuestras aproximaciones a la concepción poética carvajaliana ubicada de manera expresamente demandada en este poema, pues la poesía es suficiente en sí misma, si verdadera poesía: su acción es dinámica (netamente viva), inabordable e inevitablemente irrepetible, y es que se vierte como el instante alborozadamente vivido, mas (y volvemos al tema inicial de esta exposición), con y para la amistad verdadera. Es así que las vivencias del amigo[25]  se convierten en el denominado status nascendi del poema.

Amistad, naturaleza, poesía en pos de la plenitud existencial. Es importante en este poema la observación del fenómeno poético a la luz integradora de la vida, donde a su vez, la amistad se complace en regalarse como una forma, delicada o terrible, de entrega.[26] Cabe inferirse incluso que la cadencia y estructura rítmica peculiares del poema se manifiestan acordes a la calidad –pitagórica- de los números cordiales (amistosos)[27] que se dirían configuran excelsamente estos excepcionales versos. La idea (vívida) del bien en Casi una Fantasía se ofrece para el hombre como lugar de privilegio desde el cual, este mismo, se sitúa para el mundo con capacidad de apercibimiento deleitoso (nuevamente: sentimental, sensible, sensitivo) y que, gracias a la amistad, se vive como obsequio de muy preciada y alta estima.

La óptica de la philia en la poesía de Carvajal se nos antoja de una importancia enorme en tanto que debe entenderse como una constante vital para el poeta, no sólo en este poemario, acaso en buena parte de su obra poética. Se vierte esta noción más allá de los lazos de familia y clan (tantas veces atenazadores) en favor de una sympátheia vinculadora, manifiesta en el sentimiento de la mutua ayuda, mas, también en el intenso diálogo de las vidas que, en común solidaridad, invitan a la participación de la memoria del otro, todo lo cual vivifica el monólogo de lo interno (egocéntrico) que tantas veces nos aísla.

Detectamos, en fin, el impulso de una ardorosa concepción (epicúrea) de la amistad que se mantiene y se justifica como un fin en sí misma. En Casi una Fantasía se escucha el eco eximio de la vida, pero también el clinamen sobre el que liberar la soledad esencial del hombre y que, en estos versos, se manifiesta como consigna que encuentra su más elevado templo de significación en la alteridad del amigo verdadero. No es, por tanto, esta, en absoluto una atmósfera clausurada en la hedoné ególatra; muy al contrario: se contempla y se siente como impulso ecuménico de júbilo aspirante a una solidaridad universal que evoca admirablemente a (nuestro, también muy estimado) Epicuro, cuando dice: La amistad hace su ronda alrededor del mundo y, como heraldo, nos convoca a todos [28]  en la búsqueda de una común felicidad, porque acaso se confirma como la única posibilidad de pervivencia y de sentido.[29]  La ley auténtica de la amistad y la poesía verdaderas se manifiesta en estos versos, para mayor gloria de la mejor literatura y lo más excelso de la causa moral de la humanidad, sin alterar por ello ni un mínimo discreto de calidad poética en sus versos, que todo discurre en la razón lógica del número concorde y en virtud de la lozana intuición y artística galanía.

                                                                                                             Francisco Acuyo (2)




[1] Acuyo, F.: “Los fundamentos de la proporción y lo diverso”, Universidad de Granada, 2007, y, en Jizo Ediciones, edición corregida y aumentada, 2009 . Se formulan planteamientos para la comprensión de la trasgresión del precepto métrico, en virtud no sólo de los condicionamientos expresivos impuestos por el poeta, además, porque el propio sistema métrico es concebido como un axioma dinámico (y complejo) sujeto a la aleatoriedad  propia de los sistemas vivos.
[2] Véase el problema en Ruben Darío: “Prosas Profanas”, Espasa Calpe, Madrid 1978.
[3]  Mercado Ureña, J.: “Informe extravagante para una Extravagante Jerarquía,” en Antonio Carvajal, Poesía en el Campus, nº 34, 1996.
[4] Ibidem.
[5] Ghyka, M.C.: “El número de oro: Los ritmos. Los ritos”, Poseidón, Barcelona 1992.
[6]  Guatelli-Tedeschi, J.: “Fruto Cierto” (ver nota 7).
[7] Carvajal. A.: Se basa  “en el tipo de cómputos de números mágicos… para reducirlo todo a las nueve primeras cifras en definitiva y ver cómo esas reducciones van cumpliendo y estructurando numéricamente; o sea, matemáticamente el poema”.
[8] Así lo recoge Jöelle Guatelli-Tedeschi en su “Fruto Cierto”: Partes(p): 3+ un Preludio. Estrofas (e): 18e x 3p + 8e= 62 (18= 6vx3p). Versos (v): 54e + 6v + 8ex6v= 372 v. Sílabas (s) 372vx11s-4s +7s= 4095s.
 [9] Acuyo, F,: Fisología de un espejismo, (ver nota 2).
[10]  Recuérdese el deseo del poeta de hacer un poema “fundacional”.
[11]  Esto puede detectarse también en el poemario “Sitio de Ballesteros”.
[12] Eliade, Mircea: “Lo sagrado y lo profano”, editorial Labor, Barcelona. 1992.
[13] Mircea Eliade habla de dioses o héroes civilizadores.
[14] Acuyo, F.: (ver nota 2).
[15] Ibidem.
[16] Jung, C.G.: “Obra Completa”, volumen 15; “Sobre el fenómeno del espíritu en el arte y en la ciencia”, editorial Trotta, Madrid 2002.
[17] Ibidem.
[18] Expresión netamente carvajaliana.
[19] Valery, P.:”Introducción a la poética,” Rodolfo Alonso Editor, Buenos Aires 1975.
[20] Ibidem.
[21] Carvajal, A.: “Poética y poesía,” Fundación Juan March, Madrid 2004.
[22] Valery, P.: “Introducción a la poética”, (ver nota 50).
[23] Ibidem.
[24] Ver página 7 de este mismo prólogo.
[25] Carlos Villarreal
[26] Carvajal, A.: “Consonante Respuest”a, (ver nota 7).
[27] Números amistosos: Los pitagóricos distinguieron  números amistosos y los perfectos (dos números son amistosos si cada uno es la suma de los divisores del otro; un número es perfecto si es la suma de sus divisores). También definieron los números figurados, relacionando la aritmética y la geometría.
[28] Epicuro: “Obras Completas”, editorial Cátedra, Filosofía del pensamiento, Madrid 1995.
[29]  Lledó, E.: “El Epicureismo”, Taurus, Madrid 1995.






Antonio Carvajal, Casi una fantasía 2, Francisco Acuyo


No hay comentarios:

Publicar un comentario