sábado, 10 de marzo de 2018

ÉPOCA DE LAS LUCES: LA OSCURA Y DISMINUIDA INTELIGENCIA DE LA MUJER


Para la sección, Microensayos, del blog Ancile, y de la mano del filósofo y profesor Tomás Moreno, y abundando sobre el tema de la misoginia, traemos el post titulado, Época de las luces: La oscura y disminuida inteligencia de la mujer.


Época de las luces: La oscura y disminuida inteligencia de la mujer.La oscura y disminuida inteligencia de la mujer. Tomás Moreno



ÉPOCA DE LAS LUCES: 

LA OSCURA Y DISMINUIDA INTELIGENCIA DE LA MUJER



Época de las luces: La oscura y disminuida inteligencia de la mujer.La oscura y disminuida inteligencia de la mujer. Tomás Moreno

 En la Ilustración, a lo largo del siglo XVIII, se afirmará que, evidentemente, la razón es una, universal y presente en todos los seres humanos pero, y ahora llega la ambigua sutileza, el ejercicio de la razón es diferente según los sexos. Se recayó en el viejo -y aparentemente superado debate- de la racionalidad similar o equivalente y compartida de hombres y mujeres. La inferioridad de la mujer, que hunde sus raíces en la diferencia fisiológica o sexual, se extenderá “con toda naturalidad” a su ser entero, y en particular a sus facultades intelectuales y morales. Uno de sus grandes pensadores, Rousseau (1712-1778) por ejemplo, sostenía que las mujeres poseían la ciencia de los medios pero no la de los fines. El filósofo ginebrino, al igual que el discurso dominante de los filósofos ilustrados, negará a la mujer en sentido estricto la posibilidad de abstraer y de generalizar, lo cual equivale a afirmar que la génesis completa del conocimiento especulativo sólo tiene sentido para los varones:

La búsqueda de verdades abstractas y especulativas, de principios y axiomas en las ciencias, todo lo que tiende a generalizar las ideas no es de incumbencia de las mujeres; sus estudios todos deben remitirse a la práctica; a ellas corresponde hacer aplicación de los principios hallados por el hombre, y, a ellas hacer las observaciones que conducen al hombre al establecimiento de los principios (EOE, V, 579).
           
            Para Rousseau, en consecuencia, la razón de las mujeres no es por completo una razón teórica; el espíritu femenino no tiene actividad conceptual superior sólida y completa. La prueba está en Sofía:

Sofía lo concibe todo y no retiene gran cosa. Sus mayores progresos son en moral y en las cosas del gusto; en cuanto a la física sólo retiene alguna idea de las leyes generales y del sistema del mundo; a veces, durante sus paseos, al contemplar las maravillas de la naturaleza, sus corazones inocentes y puros se atreven a elevarse hasta su Autor. No temen su presencia, se expansionan juntos ante Él (EOE, V, 638).
           
Época de las luces: La oscura y disminuida inteligencia de la mujer.La oscura y disminuida inteligencia de la mujer.            Pese a todo, el pensador ginebrino no podrá negar que la mujer posea un espíritu, esto es, una cierta potencia racional (más simple e imperfecta que la del hombre, como ya hemos visto), y que necesite educar su entendimiento, aunque sólo deba cultivarlo en la medida en que tenga necesidad de él para cumplir con sus deberes naturales (obedecer al marido, serle fiel, cuidar de los hijos). El que la mujer carezca de razón teórica y sólo tenga una razón inferior conlleva que sólo puede aspirar, efectivamente, a apoyarse en los hechos concretos: “La razón de las mujeres es una razón práctica que les hace encontrar con mucha habilidad los medios para llegar a un fin conocido, pero que no les hace encontrar ese fin” (EOE, V, 565). Aunque el desarrollo de la inteligencia sea más precoz en ellas que en los varones, y aunque  puedan acceder a la literatura y a determinados conocimientos de las ciencias, tienen las facultades intelectuales como atrofiadas, una imaginación desordenada y una excesiva sensibilidad, que las hace incapaces para cualquier tipo de invención. Están, por supuesto, excluidas de la genialidad.
            Kant tampoco concederá a las mujeres un ingenio o inteligencia comparable a la de los varones. Seguirá las principales tesis y opiniones de su admirado Rousseau sobre la inteligencia femenina. Opone, también, como su maestro, la razón especulativa (reservada a los hombres) a la razón práctica de las mujeres. A los hombres les están reservadas las ideas abstractas; a las mujeres, las cuestiones concretas, a pie de tierra. La razón de ello tal vez fuera que la inteligencia femenina era para Kant –como afirmaba en sus Observaciones acerca de lo bello y lo sublime” (1764)- una “inteligencia bella” en contraste con la “inteligencia profunda” o “sublime”, propia y característica de la del varón: “El bello sexo tiene sin duda tanta inteligencia como el masculino, sólo que es una inteligencia bella; la nuestra debe ser una inteligencia profunda como expresión para significar lo mismo que lo sublime” (OBS, 229)[1]. La diferencia entre ambas es suficientemente clara y explícita al respecto: “La inteligencia bella elige por objetos suyos los más análogos a los sentimientos delicados y abandona las especulaciones abstractas o los conocimientos útiles, pero áridos, a la inteligencia aplicada, fundamental y profunda”[2]. (Cont.).

TOMÁS MORENO




[1] Immanuel Kant, Observaciones acerca del sentimiento de lo bello y lo sublime, introducción, traducción y notas de Luis Jiménez Moreno, Alianza Editorial, Madrid 2008. En adelante citamos con la sigla OBS (las numeraciones al margen corresponden a la paginación generalizada en la edición de la Academia de Berlin).Para un profundo y exhaustivo análisis de la concepción kantiana de la mujer véase M. Fontán, “La mujer de Kant. Sobre la imagen de la mujer en la antropología kantiana” en Cinta Canterla, La mujer en los siglos XVIII y XIX, Servicio de Publicaciones Universidad de Cádiz, 1993, pp. 51-74
[2] Ibid.


Época de las luces: La oscura y disminuida inteligencia de la mujer.La oscura y disminuida inteligencia de la mujer. Tomás Moreno


No hay comentarios:

Publicar un comentario