viernes, 12 de mayo de 2017

DE LA REALIDAD: EL ÁTOMO, LA VIDA Y LA CONCIENCIA

Abundando en la cuestión de la realidad (material, o no) de lo que podemos conocer, ofrecemos para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, el post titulado: De la realidad: el átomo, la vida y la conciencia.




De la realidad: el átomo, la vida y la conciencia. Francisco Acuyo


DE LA REALIDAD: 

EL ÁTOMO, LA VIDA Y LA CONCIENCIA







¿El tiempo será un concepto[1] que está inevitablemente unido a la realidad, (o es un constructo) físico del universo material? Todo parece indicar que en base a esta premisa temporal, se parte por indicación de algunos científicos, de la misma materia para negar un principio u origen al cosmos. Aunque no se sientan capaces estos mismos científicos de aventurar una afirmación –o negación-  sobre si hubo o no un instante antes de cualquiera otro instante, [2] es inevitable que algunos tengamos que conjeturar qué hubo antes de ese primer momento, o, al menos, imaginar si hubo algo en vez de nada, o lo que viene a ser lo mismo, ¿es posible que todo (el universo) haya surgido de nada?

                Se evoca a la imposibilidad de violar las leyes de la física y a la conservación de la energía para negar un origen o una entidad –material- de cualquiera especie antes del tiempo, ya que todas las cantidades energéticas que se conservan[3] en el universo son iguales (a cero), por lo que cualquier otra opción distinta a aquella conservada sería imposible en un momento anterior al tiempo, donde el universo no existiría material y energéticamente como lo conocemos. Entonces, todo aquello conocido materialmente puede ser atendido por el científico sin que encierre ningún propósito, sentido o necesidad alguna, y esto aunque no se pueda responder con una explicación convincente la existencia misma de la realidad material (supuestamente conocida y reconocible) en el universo conocido o reconocible. Huérfanos de razones, propósitos y sentido nos encontramos en la tesitura nada agradable de no saber gran cosa sobre los fundamentos de esta realidad nuestra, tan torpemente asequible para nuestros sentidos, mas sin recurso también de otros principios, o al menos rudimentos lógicos,, razonables o intuitivos -¿no materiales?- que trasciendan los presupuestos parciales que nos ofrecen los sentidos y su reconocida incompletitud para dar respuestas. De hecho, el Cogito ergo, sum cartesiano es inaceptable, dado que el pensamiento y por tanto la mente no es más que un epifenómeno de la materia, y que esta posee tanto propiedades físicas como ¿psíquicas?, lo que no deja margen de maniobra
De la realidad: el átomo, la vida y la conciencia. Francisco Acuyo
intelectual más allá de la explicación nuclear (o atómica del mundo), aun cuando esta plantea tantas y tan serias interrogantes como las que hemos descrito en esta y otras ocasiones al respecto.

                Sucede algo parecido con la vida, fruto de y herencia de la materia. Solo la evolución darwiniana puede dar alguna luz al mismo sentido de la vida, si esta es producto incuestionable, como decimos, de la materia. No es del todo explicable, sin embargo, su relación con la conciencia. Sí, la vida, siempre la vida es enigmática en muchos aspectos, ya que, al fin y al cabo, al menos hasta el momento, que sepamos, una piedra no tiene capacidad de cogitar, por lo que inferimos que es de los seres vivos de donde proviene la conciencia. No obstante, nuevamente la vida (de la cual tampoco sabemos gran cosa en cuanto a su origen y su propia compleja y misteriosa naturaleza) es drásticamente reducida a un fenómeno estrictamente material. Será a la luz de la entropía y la necesidad (también denominada emergencia) de donde se puedan encontrar explicaciones sobre la existencia de estos sistemas complejos organizados que, además, se encuentran en determinados sitios propicios como la tierra, aunque tampoco se sepa el por qué lo hacen, y por qué mantienen en estos lugares dichas organizaciones complejas, aparentemente en contra de la propia ley que las hace posibles (segunda ley de la termodinámica), si es que el desequilibrio en los lugares donde aparece -la vida- es precisamente lo que la garantiza.

                Si el inicio primigenio (cuántico) del universo no necesita un principio u origen que lo explique, decíamos, según las corrientes cientifistas, ¿sucede lo mismo con el origen de la vida? Sin embargo, se reconoce la imposibilidad de entender a día de hoy cómo fue posible la vida, así que el origen y el propósito quedan en terra incógnita para encontrar explicaciones más allá de lo que teoría de la evolución pueda aportarnos. También el misterio del transporte de la información en el ámbito de lo infinitamente pequeño es perfectamente trasladable al ámbito de la biogénesis, al margen de todo lo reconocido en el dominio y conocimiento de la genética y del ADN como fuente de entendimiento de muchas e importantes funciones biológicas de los organismos. Es así que la probabilidad de la aparición de las condiciones precisas para la  vida en el universo conocido nos parece remota y extraña, aun cuando aceptemos que sea posible el principio antrópico[4] para explicarlo, principio que, por otra parte, nos lleva al campo no menos excepcionalmente complejo y difícil como es el del ya traído a esta y otras entradas anteriores sobre el entendimiento del fenómeno de la conciencia.

De la realidad: el átomo, la vida y la conciencia. Francisco Acuyo
                No es extraño que, a la hora de significar, definir o situar a la conciencia, veamos que los conceptos puramente físicos ocupen primordialmente los lugares de preferencia para su descripción,  explicación y entendimiento. No obstante, ese carácter tan genuinamente subjetivo que tiene el experimento de la conciencia, para muchos es inescrutable, y por lo tanto su realidad completamente indescriptible (famoso es el denominado problema de los qualia)[5]; para otros no es más que una extensión de los átomos que conforman la única estructura (material) real a la que aludimos (de manera parece que bastante torpe) con expresiones que nos quieren hacer pensar en su independencia. No hay dualismo mente cuerpo, solo existe la materia, que es la que realiza cualquier proceso de conciencia, aunque no quede verdaderamente acreditado. En verdad  que resulta gracioso por parte de algunos naturalistas (mal llamados poéticos) observar cómo emplean la metáfora –que sustituye la presencia material de algo por el concepto más apropiado para su mejor expresión y más acertada coincidencia- para hablar de lo hermosamente construida que está la naturaleza y su excrecencia mental –e inexplicable- que es la conciencia, y es que en modo alguno lo mental consciente, independiente de la materia, puede ser parte de la configuración estructural de lo que entendemos por realidad (que en modo alguno puede ser distinta a la materia estructuralmente constituida por el despliegue atómico de partículas).

                No hay lugar para nada que no sea materia, aunque como hemos visto en anteriores entradas, muchas veces no sabemos realmente qué es la misma materia (al margen de los átomos y fuerzas que supuestamente componen su realidad última y que creemos entender), y esto aun cuando tan solo  imaginamos la naturaleza espuria de la conciencia, y aunque sea a través de ella que, aquello que experimentamos del universo, nos hace pensar que es inteligible. No son pocas las consideraciones al respecto que se nos ocurren, pero de ellas daremos cuenta en próximas entradas.



Francisco Acuyo              



[1] El tiempo en física es un concepto en verdad muy controvertido. Después de ser considerado una dimensión más (junto a las tres espaciales), recuérdese la teoría de la relatividad de Einstein, se han barajado ideas realmente encontradas sobre su realidad física y su incidencia en la estructura y dinamismo del universo.
[2] Carrol, S. El gran cuadro, Edit. Pasado y presente, Barcelona, 2017, p. 228.
[3] Nos referimos al principio de conservación de la energía.
[4] Este principio establece la coherencia del cosmos en función de la existencia del ser humano
[5] Enmarca el mundo subjetivo de cada experiencia individual del mundo y que puede referirse a la percepción de los colores, el dolor, ¿la belleza?....



De la realidad: el átomo, la vida y la conciencia. Francisco Acuyo

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