miércoles, 18 de mayo de 2016

MAGIA, RELIGIÓN Y CIENCIA: ENTRE EL PENSAMIENTO SALVAJE, LA EPISTEMOLOGÍA Y LA COGNICIÓN DE LO TRASCENDENTE. LA CONCIENCIA

Siguiendo la línea argumental de anteriores entradas, traemos para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, esta otra que lleva por título, Magia, religión y ciencia: entre el pensamiento salvaje, la epistemología y la cognición de lo trascendente. La conciencia.

Magia, religión y ciencia, cognición de lo trascendente. La conciencia. Francisco Acuyo



MAGIA, RELIGIÓN Y CIENCIA:

  (ENTRE EL PENSAMIENTO SALVAJE, 

LA EPISTEMOLOGÍA Y LA COGNICIÓN 

DE LO TRASCENDENTE.  LA CONCIENCIA)






CUANDO se trató de advertir, por cierto, tan ilustrada y magistralmente, por algunos señeros y eminentes estudiosos de la antropología (Levi Strauss y Frazer, principalmente mencionados en esta exposición) las peculiaridades  presentadas por el fenómeno de la magia para la explicación de la dinámica y estructura del mundo (recuerden la magia simpatética[1] y su subdivisión en homeopática y contaminante, ya se mostraban las fronteras entre aquella y la religión sino bastante diluidas, al menos sí teñidas y amalgamadas[2] por aquella, no obstante, es bueno recordar que la manifestación de la magia simpatética sin contaminación alguna, avisaba de que, en la naturaleza, un hecho sigue a otro (relación de causa efecto) de manera invariable, sin la mediación de ningún agente espiritual o personal, de manera idéntica a la de la ciencia, no hay ruego alguno a ninguna trascendencia o poder superior. La magia, como hermana bastarda de la ciencia (así la definía Frazer en su celebrada Rama Dorada), parece querer distinguirse de la religión en tanto que esta no necesita de ninguna conciliación o propiciación a poderes superiores al hombre y, por tanto, por temor o amor a Dios[3], necesitando de una praxis religiosa y de una aceptación de principios teóricos que habrán de gobernar la conducta del creyente. En cualquier caso, es evidente que aquella cognición hacia lo trascendente parece contraria a los principios que rigen tanto la magia como la ciencia.

Magia, religión y ciencia, cognición de lo trascendente. La conciencia. Francisco Acuyo                La clave capital para entrar en una discusión seria sobre las relaciones y divergencias entre la magia, la ciencia y la religión, pasa por entender que unas (la magia y la ciencia)[4] entienden que las potencias que dinamizan y rigen en el mundo son inconscientes e impersonales, y la otra (la religión) entiende que son agentes conscientes los que determinan tanto la dinamización del mundo como su propia organización estructural. Así la elasticidad de los sucesos y del ser mismo del mundo expuesta por mor del poder de lo divino, choca frontalmente con las directrices que miden los principios de la magia y de la ciencia, que son invariables en su curso mediante el ruego, la intimidación o la súplica, y es que si bien el universo está subordinado a los dioses, para el mago (o el científico) tal cosa no es posible.

                En cualquier caso es necesario reconocer que la contigüidad o la  semejanza de lo mágico es menos compleja que la aparición del proceso religioso de reconocimiento y parentesco con el mundo en virtud de una trascendencia (consciente) que subyace de manera invisible en la propia naturaleza. Conjeturar sobre si lo primero que acontece en el devenir explicativo del ser humano y su [5] y por lo tanto es antes que la apreciación religiosa (más profunda y compleja del realidad inmediata y última), no tendría relevancia sino fuese porque ambas se muestran en muchas ocasiones confundidas, amalgamadas, falsamente homogéneas, por lo que el brujo (mago) y el sacerdote (mediador religioso) pueden quedar indefinidas, pero la cuestión capital será plantearse ¿qué lleva de una visión mágica a una religiosa? A nuestro juicio es que  trascendente (divino) tiene las cualidades de lo consciente, así la ofrenda, la oración, conllevan no tanto el sometimiento a lo divino todo poderoso, sino a la intuición de nuestra participación en esa consciencia universal. La visión primitiva y rudimentaria de la magia nos muestra, por un lado, la evolución hacia lo complejo del entendimiento humano, religión y ciencia, pero también hacia una involución que podemos constatar no hace reconocer en muchos casos que la superación del entendimiento mágico viene del reconocimiento de su impotencia para incidir en lo real cotidiano, manifestando una conducta claramente supersticiosa,  mas esto, no necesariamente habría de llevar a la religión, para el reconocimiento de una superioridad divina a la que necesariamente someterse e influenciar mediante el ruego y el sacrificio ante  la inmensidad del universo y la insignificancia humana que, no obstante, tendría una particularidad importantísima en común con lo trascendente, la conciencia. Seguiremos reflexionado sobre este punto en otra nueva entrada de este blog que ofreceremos en breve.


Francisco Acuyo




[1] La magia simpatética se dividía en magia homeopática, que responde a la ley de semejanza, a saber: lo semejante produce lo semejante, o que los efectos semejan a sus causas; y la magia contaminante, que responde a la ley de contacto, a saber: las cosas que estuvieron una vez en contacto, interactúan incluso en la distancia, aun cuando hayan perdido todo contacto físico.
[2] Frazer, J.G. La rama dorada, Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1986, p. 74.
[3] Ibidem, p.76.
[4] Es preciso observar que la diferencia fundamental entre la magia y la ciencia radica en que, si bien el curso natural de las cosas se rige no por la pasión o capricho de seres personales trascendentes, sí lo hace por la intervención de leyes mecánicas inmutables, así la magia, aunque también puede reconocer que trata con los espíritus, lo hará de manera impersonal, como si fueren agentes inanimados a los que en cierto modo coacciona, y en modo alguno de alabarlos o propiciarlos.
[5] Ibidem, p.81.




Magia, religión y ciencia, cognición de lo trascendente. La conciencia. Francisco Acuyo

1 comentario:

  1. La Rama Dorada es un libro que tenía y tuve que dejar muy lejos. Gracias, amigo, por esta serie tan amena y enjundiosa acerca de un tema trascendente. Abrazos.

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