lunes, 18 de abril de 2016

ESCRUTINIO HUMILDE Y APREMIADO DEL GÉNERO (Y DEL NÚMERO INNUMERABLE) DE DISPARATES INTERPRETATIVOS DE SU TÉRMINO, JURISDICCIÓN Y MUNICIPIO.

Para la sección del blog Ancile intitulada, De juicios, paradojas y apotegmas, este Humilde escrutinio del género ( y del número innumerable) de disparates interpretativos de su término, jurisdicción y municipio.


De juicios, paradojas y apotegmas, este Humilde escrutinio del género ( y del número innumerable) de disparates interpretativos de su término, jurisdicción y municipio. Francisco Acuyo



ESCRUTINIO HUMILDE Y APREMIADO DEL GÉNERO
(Y DEL NÚMERO INNUMERABLE) DE DISPARATES INTERPRETATIVOS DE SU
 TÉRMINO, JURISDICCIÓN Y MUNICIPIO


De juicios, paradojas y apotegmas, este Humilde escrutinio del género ( y del número innumerable) de disparates interpretativos de su término, jurisdicción y municipio. Francisco Acuyo



Al abundar sobre la estirpe, laya, género, linaje, nacimiento, clase o tipo natural de algo, digamos, del disparate, hemos de reconocer que casi siempre va juntamente aglutinado con la iletrada ignorancia (seguramente también emparentada al tendencioso deudo de esta o aquella ideología) –terminología eufemísticamente referida a la ayuna conciencia de los más elementales rudimentos de alfabetización, que debieran ser propios e indiscutibles para quien pretende hacerse entender con propiedad y buena lógica-, oscurantismo que comparte toda suerte de personajes en nuestros días, sobre todo políticos, periodistas, agitadores literarios o artísticos, comunicadores rosas e incluso amarillos, dícese también de escritores de inefable genio, ingenio, naturaleza e idiosincrasia nunca suficientemente ponderados….
                Se me viene a la cabeza en este instante aquella genealogía de los modorros, en su festiva y muy celebrada glosa del gran don Francisco de Quevedo,[1] y a la sazón, de igual modo me parece muy apropósito hacer una suerte de declaración de linaje de algún vocablo tan maltratado por aquellas mencionadas cofradías del disparate, y en este caso me referiré al término sujeto a continuo ultraje y vilipendio como es el de  género, y en este agravio poniendo en duda la gran riqueza de nuestro idioma singular y su gloriosa, prolija y muy rica parentela etimológica, para recurrir a la locución extraña, insensata muchas veces, asumiéndola como nuestra, ignaros de la tan rica genealogía que lingüísticamente nos alumbra, y todo para resaltar  cuán ineptos son los necios (modorros, mazacotes, majaderos a los que aludía en particular jerarquía el insigne Quevedo) que tan iletradamente acuden al dislate para nombrar de una manera forastera lo que de forma tan conocida como riquísima ofrece nuestra lengua.
                Así pues, si el necio, majadero, modorro, mazacote tiene en común el saber poco, y sin hacer los distingos que el rigor exige, mando al interesado a las distinciones que hacía el poeta de Villanueva de los Infantes en la mentada obra, que yo me centraré en señalar la ignorancia de aquellos que insiste en el disparate continuado al que hacíamos referencia al inicio de este
De juicios, paradojas y apotegmas, este Humilde escrutinio del género ( y del número innumerable) de disparates interpretativos de su término, jurisdicción y municipio. Francisco Acuyo
modestísimo opúsculo.
                Dícese del género (latín: genus -eris) (griego: genos, gennao) que está referido al linaje, nacimiento, estirpe, clase…, y que grande variedad de palabras derivan –secundariamente-  del origen latino de la misma palabra, véase así descendientes del genus latino: congénere, congénito, primogénito… sin obviar las emparentadas con el verbo nacer (gnasci), que comparte la misma raíz indoeuropea gen (parir, engendrar…), y cuya acepción inicial no parece plantear ningún problema. La –iletrada- controversia se plantea cuando se confunde la noción gramatical de género con la de sexo, empeñados algunos -¿modorros?- en plantear significados imposibles a definiciones inexistentes en nuestra lengua. Véase la constante referencia a la violencia de ¿género?, por la agresión machista, doméstica o sencillamente la violencia contra las mujeres, y se acaba convirtiendo la injusta agresión a la mujer, en disparate lingüístico, por lo visto este cruel ensañamiento acaso es propio de los sustantivos, adjetivos…  que deben de andar a la gresca, si es que fuere verdad y concebible la violencia en las palabras o en los objetos designados por aquellas. Si bien no todas las lenguas conciben, conforman o configuran sus géneros entorno a una idea sexual, en español, el masculino y el femenino son los géneros de consuno aceptados por la gramática, al margen del neutro propio de ciertos adjetivos sustantivados. Es pues, este accidente gramatical en el que los nombres, adjetivos, artículos y pronombres pueden ser masculinos o femeninos,[2] el que acaba por desembocar más que un accidente en una catastrófica muestra de necedad muy apropiada al disparate, anejo a aquel tiempo bastardo y perdido[3] del modorro quevediano, empecinado en su terca arrogancia concordante con el saber poco en el que se funda el mayorazgo y blasón de este género  -epiceno- de merluzo, siendo a la sazón igualmente  reseñable en este punto tanto el merluzo como la merluzo.
De juicios, paradojas y apotegmas, este Humilde escrutinio del género ( y del número innumerable) de disparates interpretativos de su término, jurisdicción y municipio. Francisco Acuyo                Hasta tal grado la necedad suele ser contagiosa que puede llevar a asombrosas y nunca vistas consecuencias. Es el caso que las acepciones aceptadas por la RAE llevan a inauditas interpretaciones en su eminente compendio de nuestra lengua, diccionario ínclito que en ocasiones deja mucho que desear en tanto que parece más sujeto al reconocimiento de los usos y genealogía ideológica y políticamente -correcta- recomendadas que a la realidad lingüística de sus acepciones, así la tercera acepción: grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido este desde un punto de vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico. ¿Sería rigor exigible más rigor?, No obstante, este modesto exégeta no hace sino exponer una queja, creo que justificada, aunque serán los tribunos de la Real[4] -más atentos a los usos y abusos de grupos de presión ideológica y política que a lo que al origen y realidad lingüística de nuestro noble excepcional idioma- los que deben proponer con juicio las razones de sus académicas resoluciones en los diversos cometidos que presentársele hubieren. En cualquier caso, no es que estemos aceptando un neologismo (si es que no existiese otro término con el que expresar la idea o el concepto, que sin duda no es el caso), sino que aceptamos una intrusión analfabeta de un anglicismo que no casa en género en cuestión y torpemente aceptado proviene del inglés gender, cuya terminología –técnica- propia de las ciencias sociales alude al conjunto de características diferenciadas que cada sociedad asigna a hombres y mujeres. Este constructo foráneo y técnico –social- acaba incorporándose artificialmente al uso común de nuestra lengua para definir lo indefinible y confundir por modorra analogía o sinonimia semántica el género y el sexo.
            Líbreme la misma Vanidad que fue casada con su tío Descuídeme[5], para dar a luz a los vástagos, Aunque no queráis y a Galas,[6] de hacer una exposición tan limitada como esta que os propongo, para poner en duda ni por asomo los juicios que tuvieron a bien algunos Magistrados de la lengua en este punto, ni con mucho compararlos con aquel matrimonio aludido en el aquellas mujeres - casadas con su tío Descuídeme-  y tratando de gobernar a su maridos, son incapaces de gobernarse a sí mesmas. Amén, etceterá.



Francisco Acuyo






[1] Quevedo, F.: Genealogía de los modorros, Obras satíricas y festivas, editorial Libra, Madrid 1977, p.209.
[2] Moliner, M.: Diccionario del uso del español, Madrid, 1987, p. 1387.
[3] Quevedo, F.: p. 210.
[4] Por mucho que a partir de la 23 edición del Diccionario de la lengua lo acepte (en su sentido técnico, pues no hace más que confundir el uso estándar de sexo y el gramatical de género) y el mismísimo Diccionario Panhispánico de dudas.
[5] Quevedo, F.: p. 213.
[6] Ibidem.



De juicios, paradojas y apotegmas, este Humilde escrutinio del género ( y del número innumerable) de disparates interpretativos de su término, jurisdicción y municipio. Francisco Acuyo

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