martes, 29 de marzo de 2016

EL LÍMITE EN POESÍA

Para la sección, De juicios, paradojas y apotegmas, del blog Ancile, ofrecemos un fragmento del trabajo, El límite en poesía.


El límite en poesía, Francisco Acuyo




EL LÍMITE EN POESÍA






Pasar aquellos fuertes y fronteras de San juan de la Cruz por afanarse en la búsqueda del amado acaso sea la apetencia última de cualquier entidad con conciencia. Por eso el limes (limitis, genitivo) es en realidad el sendero que pone en evidencia la tierra de nadie que, cuando se traspasa, es terra incognita, en donde la propiedad de un territorio y otro se disolvía y, por fin, sea quien fuere, puede libremente transitarlo. No deja de resultar curioso que el límite, la frontera (frons, frontis, frente, semblante) etimológicamente acaben significando la misma cosa no pareciendo tener una raíz común indoeuropea este último vocablo latino, y cuyas consecuencias en las acepciones aceptadas para esta circunscripción divisoria que es la frontera (y, al fin y al cabo, el límite), tenga sus efectos a la hora de establecer supuestos parentescos simbólicos con otros conceptos dignos de esa consideración, de hecho, es difícil encontrar alusión alguna al límite y la frontera en fuentes autorizadas sobre la simbología de dicho concepto, de hecho, como tal no he podido encontrar nada que pueda hacer referencia al respecto, sería si acaso el sendero que delimita una propiedad de otra la referencia más directa. Pero hemos de encontrar otra fascinante referencia etimológica que hace que resulte aún más extraordinaria su indagación lingüística: sendero, semitarius, si relativo a la senda, en realidad está sustentado por dos componentes léxicos: semita (desvío, atajo), y el sufijo arius (relativo a).  Si vamos hacia el sinónimo camino (cammin, del celta, y este de cam, paso), y entendiendo este como el camino o la vía por donde se circula habitualmente, constatamos la divergencia convencional del uso del concepto límite y el del sendero que arriba indicábamos que pone en evidencia la tierra de nadie, muy bien podrían interpretarse aquellos límites poéticos como la senda que trasciende la realidad convencional circunscrita, acotada, en pos de la trascendencia (véase que la vía láctea para las tribus  de América del Norte es el camino de las almas que se dirigen al más allá[1], por lo que estos límites nunca son estáticos, son la dinamia misma de la vida y del universo que apenas sospechamos, no en vano, esta vía, sendero o camino celeste, para Salustio, esta frontera trazada en el espacio sideral es el término superior (dinámico) de la materia sujeta a cambio, a la transmutación no sólo temporal, sino a aquella que se sitúa más allá del tiempo.






Francisco Acuyo



[1] Chevalier, J. y Gheerbrant, A.: pp.1064.



El límite en poesía, Francisco Acuyo

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