viernes, 23 de enero de 2015

EL SÍMBOLO: MÁS ALLÁ DE LA RAZÓN. SIMBOLOGÍA: ÍNTIMA HISTORIA DEL CORAZÓN Y LA CONCIENCIA. II

Segunda entrega de El símbolo: más allá de la razón. Simbología: íntima historia del corazón y la conciencia, para la sección de De juicios, paradojas y apotegmas, del blog Ancile, en su segunda entrega.




El símbolo: más allá de la razón. simbología: íntima historia del corazón y la conciencia, 2 Francisco Acuyo





EL SÍMBOLO: MÁS ALLÁ DE LA RAZÓN.
SIMBOLOGÍA: ÍNTIMA HISTORIA DEL CORAZÓN Y LA CONCIENCIA. II








QUE el ser humano es especie imbuida desde la noche de los tiempos en un devenir continuo de símbolos de la más variada naturaleza, desde los representados en las tallas de bloques de ocre de hace 75.000 ó 65.000 años, hasta los símbolos que componen la panoplia complejísima del universo informático –y matemático-, tan afín al trajinar vertiginoso de la tecnolgía en nuestros días (aunque estos símbolos tengan un carácter eminentemente sígnico o semiológico, que distinguiremos del símbolo al que nos referimos en este breve opúsculo), debería hacernos reflexionar sobre el hecho de que muy bien estos no tienen por qué ser herramientas útiles para la consecución de fines materiales prácticos pues, incluso en este último caso, queda la huella siempre enigmática de cómo la idea simbólica acaba alcanzando conformación material, cuestión que, de nuevo, nos lleva incidir en el carácter marcadamente colectivo (arquetípico, que diría Jung) de los más sustanciales de ellos y, a su vez, nos enfrenta la humanidad a uno de los misterios más profundos y consustanciales, el de la conciencia, y el necesariamente vinculado a aquella cual es el de la creatividad y los procesos vinculados a esta última.

                Cuando el Löwenmensch (hombre león) de la cueva de Hohlestein-Stadez, de 40.000 años de antigüedad, se descubría al mundo, ponía en evidencia no sólo una labor técnica y de elaboración encomiable, sino una capacidad creativa de excepción habilitada para extraer de la naturaleza un animal de su tiempo y, lo que sin duda es más importante, la creación de una criatura (tal vez la primera reconocida hasta la fecha) totalmente imaginaria, quizá para su veneración, motivada por las diversas, complejas y acuciantes preocupaciones ante los misterios de la existencia. Hecha para la ocasión de ser compartida por sus contemporáneos como inaudita realidad estremecedora de la imagen (símbolo) que interactúa tanto con el mundo conocido como con el trasmundo acaso siquiera soñado entonces por el hombre.

El símbolo: más allá de la razón. simbología: íntima historia del corazón y la conciencia, 2 Francisco Acuyo
Löwenmensch 
                Interpretación, comprensión, contemplación del símbolo han sido las directrices mediante las que tantos sabios se han interesado desde tiempos, lugares, culturas e incluso disciplinas del saber harto diferentes y distantes, por la indagación de aquél y su incidencia en el espíritu humano y en la realidad que al mismo le atañe: teólogos, filósofos, psicólogos, poetas, artistas…. se han sentido fascinados por la enorme potencia de lo simbólico.

Se dice que el milagro del símbolo (verdadero) radica en su singular y paradójica universalidad: lengua común que integra culturas diversas y distantes en pos de mucho más que el conocimiento de un determinado saber, si es que en verdad el símbolo está imbricado en lo más íntimo y vital del individuo humano. Alcanza cotas el símbolo fuera del tiempo en tanto que sucede en el ámbito donde el espíritu muestra la trascendencia que nos habla de lo eterno.

           El poder del símbolo marca obstinada y objetivamente sus dominios muchos más allá de la determinación alegórica, pues radica su fuerza y se hace expreso en los procesos vitales manifiestos en la conciencia que intuye lo unánime del ser y de los nexos de este con el mundo.

                Aquellas manifestaciones artísticas primitivas a las que aludíamos al principio ponen en evidencia que el símbolo habría de manifestarse antes incluso de la historia: pictogramas e ideografías así lo atestiguan y parecen expresar la sentencia de Dionisio Areopagita (y de Platón) en la que lo sensible es el reflejo de lo inteligible; el símbolo pone de manifiesto la profunda e intricada urdimbre de  interconexiones de lo físico y lo metafísico. O lo que es lo mismo, el símbolo como exponente en la cultura del aspecto psicológico del hombre que está siempre entre dos aguas: lo consciente y lo inconsciente.

                Acaso el símbolo sea la manifestación más patente de aquel instinto (junguiano) de lo espiritual, y de que el conocimiento científico nos es el único accesible, privativo de la materia. La proyección simbólica instiga y anima lo más íntimo de cada cual para vivir la materia como símbolos con los que explicar las relaciones entre el alma y el mundo.




Francisco Acuyo







El símbolo: más allá de la razón. simbología: íntima historia del corazón y la conciencia, 2 Francisco Acuyo

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