domingo, 9 de junio de 2013

EL PROYECTO GRAN SIMIO O SOBRE LA ABOLICIÓN DEL HOMBRE, POR EL PROFESOR TOMÁS MORENO


Traemos a colación un tema que me parece de muy candente actualidad, a nuestra sección de microensayos del blog Ancile, de la mano de nuestro colaborador y amigo el profesor  Tomás Moreno. Su artículo El proyecto gran simio o la abolición del hombre, nos lleva a una seria reflexión sobre las controversias generadas por las más extremistas tendencias de algunos sectores ecologistas.


El proyecto gran simio o sobre la abolición del hombre, Tomás Moreno, Ancile



EL PROYECTO GRAN SIMIO 
O SOBRE LA ABOLICIÓN DEL HOMBRE




El proyecto gran simio o sobre la abolición del hombre, Tomás Moreno, Ancile

Nadie duda de la responsabilidad que tiene el hombre -la especie humana en cuanto tal- por la conservación y el cuidado de la naturaleza, del planeta tierra, y por la protección y cuidado de los animales y plantas que la habitan. Ello ha sido, sin duda, un progreso moral encomiable de la humanidad actual. Un progreso que no debe retroceder ni un ápice en su práctica y en su implementación y una conquista irrenunciable de la civilización humana y, en especial,  del ecologismo de nuestro tiempo.
            Pero, en ocasiones, ese ecologismo bien intencionado y encomiable puede asumir formas patológicas, y llegar a desviarse de sus fines benéficos y plausibles, provocando efectos deletéreos y sumamente nocivos para los seres humanos, no deseados ni previstos en principio por sus mismos defensores. Cuando se reivindican los inadecuadamente denominados derechos de los animales y se eleva su status moral al mismo nivel del de los hombres e incluyéndoselos como iguales en nuestra "Comunidad Moral", y, al mismo tiempo, se rebaja a la especie humana a la condición de mera
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Peter Singer
animalidad -carente de cualquier tipo de dignidad singular-, entonces ese "ecologismo" ha degenerado, se ha pervertido, y debemos pensar que algo anda mal en la conciencia ética de nuestra sociedad[1].
            A este peligro se refería, no hace mucho tiempo, uno de nuestros filósofos españoles más agudos y comprometidos con la causa del hombre y del humanismo, Víctor Gómez Pin, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, en su libro "Entre lobos y autómatas"[2], en donde nos alerta sobre las dos posiciones ideológicas o vertientes del antihumanismo contemporáneo, que pueden hacer peligrar "el puesto del hombre en el cosmos" (Max Scheler) y en donde afirma sin complejos un antropocentrismo desde el que se postula que el ser humano vuelva a ser el centro de la cultura, del pensamiento y de la ética[3].
            Se trata, en su propuesta, de humanizar la ecología en lugar de animalizarla, así como desantropomorfizar los entornos tecnológico-cibernéticos: el hombre es -debe volver a ser- el fundamento de la ecología y de la tecnología, y no otros animales considerados sus iguales, ni tampoco los autómatas, como algunos postulan para un no muy lejano futuro. Defender la causa del hombre, implica -según recuerda J. Echevarría-  volver a situar los problemas que afectan a los seres humanos  en el centro de la política, la economía, el derecho, incluyendo las cuestiones tecnológicas y ecológicas[4].
            Esas dos posiciones ideológicas antihumanistas, complementarias entre sí, consistirían, por una parte, en la abusiva humanización de entidades maquinales (robots, cyborgs, I.A., androides, sensores digitales y otras máquinas autómatas) -posibilitada por los impresionantes avances producidos en el ámbito de la tecnología cibernética y de la robótica- correlativa de una desnaturalización del ser  humano[5].
            Y, por otra, en la equiparación injustificada de la especie humana con otras especies animales consideradas secularmente como inferiores, consecuencia de la constatación del alto grado de
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Víctor Gómez Pin
coincidencia genética entre humanos y primates -obtenida gracias al descubrimiento del Genoma Humano- que negaría la singularidad de la especie humana en el seno de la animalidad, igualándola, sin más, a las demás especies de Primates Antropoideos.
            Esta equiparación no tendría en cuenta, en opinión de Gómez Pin, un dato esencial: el hecho indiscutible de que "pequeñas diferencias en la parte del genoma no codificadora de proteínas, y en la estructura y función del cerebro pueden tener enormes consecuencias neurofisiológicas en la denominada 'conciencia secundaria', de la cual son constitutivos aspectos irreductiblemente humanos como el pensamiento abstracto y el lenguaje"[6]. De este modo, la utopía de la superación del hombre por la vía de la artificialidad cibernética se hermanaría así con la utopía de la superación del hombre por dilución de las fronteras que lo separan del mundo animal.  
            A esta segunda posición pertenecería el famoso Proyecto Gran Simio[7], fruto o resultado de una iniciativa promovida, desde sus inicios en 1993, por la plana mayor de la etología, la primatología y la sociobiología contemporáneas (entre sus más conspicuos representantes se incluirían: Adriaan Kortland, Marc Berkoof, Jane Goodall, R. y B. Gardner, David Premark, o Richard Dawkins respectivamente)[8] y liderado o dirigido por Peter Singer, convirtiéndose así en claro ejemplo de esta tendencia ideológico-biologicista extremadamente reduccionista y mecanicista[9].
            En el citado Proyecto sus autores planteaban la necesidad de reconocer a  aquellos animales considerados "más próximos" a nuestra propia especie humana (Homo Sapiens Sapiens), bien por su filogenia, por sus facultades cognitivas o simplemente por sus "modos de vida" -como son los Grandes Simios  antropoideos: chimpancés, bonobos, orangutanes y gorilas- aquellos derechos morales que
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hasta el momento monopolizaba el orgulloso antropocentrismo humano y que se habría negado injusta y sistemáticamente a hacerlo.
            Sólo así se superaría el prejuicio especieísta dominante (similar al racismo o al sexismo) que excluiría a esas especies animales de toda protección moral o jurídica, exigiendo, en consecuencia, fuesen incluidas en el mismo "universo jurídico y moral" que el de nuestra propia especie humana. Su famosa "Declaración de los Grandes Simios Antropoideos" -que entroncaba con el articulado de la "Declaración Universal de los derechos del animal", proclamada solemnemente por la UNESCO casi veinte años antes- llegaba a reconocer  los tres "derechos fundamentales" e inalienables de los mismos: 1. el derecho a la vida; 2. el derecho a la protección de la libertad individual; y 3. la prohibición de la tortura, postulando como slogan "la igualdad más allá de la humanidad", por su pertenencia a la misma "Comunidad moral de Iguales".
            En principio, esta Declaración del Proyecto Gran Simio, no ofrecería reparo, objeción o prevención alguna si  tratase simplemente de deberes y responsabilidades de los hombres para con los
animales, evitando toda crueldad de trato así como infligirles dolor y sufrimiento inútiles, gratuitos e innecesarios y, por supuesto, criminalizando cualquier transgresión al respecto. Otra cosa, muy diferente, es conceder a dichos animales el estatus de sujetos detentadores o propietarios de "Derechos", por la sencilla razón de que sólo los seres humanos son, o pueden ser, sujetos de derechos y obligaciones.
            Sólo ellos pueden ser, por lo tanto, obligados a ejercer sus correspondientes deberes y responsabilidades al poseer únicamente los seres humanos  autoconciencia, racionalidad, lenguaje simbólico abstracto, libertad y sentido de la responsabilidad. Excederse en una consideración jurídico-moral de esos animales, tal que los equiparase al mismo nivel que los seres humanos, podría traer o comportar problemas para la especie humana de muy difícil solución.

                                                                                    Tomás Moreno

Enlace con Peter Singer en una charla.


[1] Véase al respecto la obra de Peter Singer, catedrático de Bioética en la Universidad de Princeton (Estaos Unidos), uno de los adalides e ideólogos del Proyecto Gran Simio, titulada: "Desacralizar la vida humana. Ensayo sobre Ética", Cátedra, Madrid, 2003. En ella se llega a comparar, e incluso anteponer, los derechos y el estatuto moral de los animales mamíferos superiores y primates respecto de niños con muy graves malformaciones o grandes discapacidades físicas y a aconsejar la conveniencia de ayudar a morir a ancianos aquejados de enfermedades terminales. Al parecer de alguno de éstos ideólogos, ésas serían "vidas sin valor".
[2] Víctor Gómez Pin, "Entre lobos y autómatas. La causa del hombre", Espasa, Madrid 2006. Este libro fue galardonado con el Premio Espasa Ensayo del 2006.
[3] Su obra, en este sentido, continúa la denuncia contra la "abolición del hombre" y contra los antihumanismos, emprendida en la segunda mitad del pasado siglo por C. S. Lewis, "La Abolición del hombre. Reflexiones sobre la educación", editorial Andrés Bello, Barcelona, 2000; y por Jean_Claude Guillebaud, "El principio de Humanidad", Espasa, Madrid, 2001, a principios del XXI.
[4] Cfr. Javier Echevarría, "Tecnolobos", El País, jueves 26 de octubre de 2006.
[5] Uno de los principales representantes de esta primera posición antihumanista sería Marvin Minsky, uno de los máximos expertos de la IA, autor de The Society of mind (1987), dado que para él el cerebro humano no es más que una máquina, en nada ontológicamente diferente de cualesquiera otra. Por su parte, Peter Singer, -al que ya hemos aludido por ser el ideólogo líder de la segunda posición antihumanista que aquí examinamos- también avalaría esta primera posición antihumanista, al considerar que "si se pudiera demostrar que un programa informático es inteligente y consciente, tendríamos que aceptar que tiene ciertos derechos humanos" (Entrevista de Javier Sampedro a Peter Singer", El País, lunes 26 de abril de 1999).
[6] Ibid, p.15.
[7] En 1993 la editorial londinense Fourth State publicaba el libro "Great Ape Projet. Equality beyond" obra colectiva coordinado por el filósofo australiano Peter Singer y por la ideóloga italiana Paola Cavalieri (editado en España en 1998 por la editorial Trotta: "El Proyecto Gran Simio: la igualdad más allá de la humanidad")
[8] Véase: R. y B. Gardner, P. Liebermann, D. Premack, D. Rumbaugh y otros "Sobre el lenguaje de los antropoides", Siglo veintiuno editores, Madrid, 1976.
[9] Cfr. Íñigo Ongay de Felipe, "El Proyecto Gran Simio desde el materialismo filosófico", El Catoblepas, nº 64, Junio 2007. 




El proyecto gran simio o sobre la abolición del hombre, Tomás Moreno, Ancile

1 comentario:

  1. Necesario documento, creo yo, porque es mucha verdad lo que aquí se expone. Tal parece que le hombre anda en una especie de desquiciamiento, de desubicación, como si se divorciara de la realidad. Me cuesta trabajo creer que mentes supuestamente avanzadas, retrocedan a posturas casi primitivas. Bien dicho queda aquí que una cosa es el respeto a la vida y todas sus manifestaciones, y otra sería otorgar los mismos derechos a animales y personas, sin que aquellos sea capaces de reclamarlos, porque el fin y al cabo es el hombre quien los dicta. Los animales bien recibirán el espacio que les es dado como especie, pero no más allá de lo que ellos no son capaces de "entender", ni siquiera elementalmente. Un abrazo y gracias.

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