jueves, 28 de junio de 2012

LOPE DE VEGA: AMOR Y POESÍA


No podía faltar en la sección de nuestro blog Ancile Amor y poesía, al Fénix de los ingenios  y Monstruo de la naturaleza Lope de Vega , ideal canónico graciano (Agudeza de arte e ingenio), junto a D. Luis de Góngora, e incuestionable poeta del amor, temática que articula este apartado nuestro (sin mencionar el dramaturgo excepcional  - renovador del teatro - que fue y escritor de ficciones no menos notable). Si bien fue poeta de indiscutible aclamación popular, no deja de mostrar rasgos de exquisitez estilística del todo ineludibles para cualquier lector avisado y que se precie de gustar lo más granado y excelso de la poesía en lengua española, y de todo lo cual podrán tener manifiesta constatación en esta selección nuestra, si bien siempre parcial y limitada, desde la que gozar de tan proverbial y eterna temática como de la pasmosa facilidad de construcción  del verso tan maravillosamente acorde con el delicado, personal y siempre complejo asunto a tratar como es el amoroso. Amor y poesía van tan armoniosamente de la mano en los poemas de Lope, que no dejarán jamás de ser guía y seguimiento inevitable para el lector verdadero y amante de la mejor poesía.


Lope de Vega, Amor y poesía




LOPE DE VEGA: AMOR Y POESÍA




Lope de Vega, Amor y poesía



SONETOS




Lope de Vega, Amor y poesía


DESMAYARSE, ATREVERSE, ESTAR FURIOSO



Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.




VERSOS DE AMOR, CONCEPTOS ESPARCIDOS



Versos de amor, conceptos esparcidos,
engendrados del alma en mis cuidados,
partos de mis sentidos abrasados,
con más dolor que libertad nacidos;

expósitos al mundo, en que perdidos,
tan rotos anduvistes y trocados,
que sólo donde fuistes engendrados
fuérades por la sangre conocidos;

pues que le hurtáis el laberinto a Creta,
a Dédalo los altos pensamientos,
la furia al mar, las llamas al abismo,

si aquel áspid hermoso nos aceta,
dejad la tierra, entretened los vientos,
descansaréis en vuestro centro mismo.


VIERTE RACIMOS LA GLORIOSA PALMA



Vierte racimos la gloriosa palma,
y sin amor se pone estéril luto;
Dafnes se queja en su laurel sin fruto,
Narciso en blancas hojas se desalma.

Está la tierra sin la lluvia en calma,
viles hierbas produce el campo enjuto,
porque nunca el Amor pagó tributo,
gime en su piedra de Anaxarte el alma.

Oro engendra al amor de agua y de arenas,
porque las conchas aman el rocío,
quedan de perlas orientales llenas.

No desprecies, Lucinda hermosa, el mío,
que al trasponer del sol, las azucenas
pierden el lustre, y nuestra edad el brío.





VIRENO, AQUEL MI MANSO REGALADO



Vireno, aquel mi manso regalado
del collarejo azul; aquel hermoso
que con balido ronco y amoroso
llevaba por los montes mi ganado;

aquel del vellocino ensortijado,
de alegres ojos y mirar gracioso,
por quien yo de ninguno fui envidioso,
siendo de mil pastores envidiado;

aquel me hurtaron ya, Vireno hermano;
ya retoza otro dueño y le provoca;
toda la noche vela y duerme el día.

Ya come blanca sal en otra mano;
ya come ajena mano con la boca
de cuya lengua se abrasó la mía.



YA NO QUIERA MÁS BIEN QUE SÓLO AMAROS



Ya no quiera más bien que sólo amaros,
ni más vida, Lucinda, que ofreceros
la que me dais, cuando merezco veros,
ni ver más luz que vuestros ojos claros.

Para vivir me basta desearos,
para ser venturoso, conoceros,
para admirar el mundo, engrandeceros,
y para ser Eróstrato, abrasaros,

La pluma y lengua, respondiendo a coros,
quieren al cielo espléndido subiros,
donde están los espíritus más puros;

que entre tales riquezas y tesoros,
mis lágrimas, mis versos, mis suspiros,
de olvido y tiempo vivirán seguros.



AMOR CON TAN HONESTO PENSAMIENTO



Amor con tan honesto pensamiento
arde en mi pecho, y con tan dulce pena,
que haciendo grave honor de la condena,
para cantar me sirve de instrumento.

No al fuego, al celestial atento,
en alabanza de Amarilis suena
con esta voz, que el curso al agua enfrena,
mueve la selva y enamora el viento.

La luz primera del primero día,
luego que el sol nació, toda la encierra,
círculo ardiente de su lumbre pura,

y así también, cuando tu sol nacía,
todas las hermosuras de la tierra
remitieron su luz a tu hermosura.



CANTA AMARILIS, Y SU VOZ LEVANTA



Canta Amarilis, y su voz levanta
mi alma desde el orbe de la luna
a las inteligencias, que ninguna
la suya imita con dulzura tanta.

De su número luego me trasplanta
a la unidad, que por sí misma es una,
y cual si fuera de su coro alguna,
alaba su grandeza cuando canta.

Apártame del mundo tal distancia,
que el pensamiento en su Hacedor termina,
mano, destreza, voz y consonancia.

Y es argumento que su voz divina
algo tiene de angélica sustancia,
pues a contemplación tan alta inclina.



CANTA PÁJARO AMANTE EN LA ENRAMADA



Canta pájaro amante en la enramada
selva a su amor, que por el verde suelo
no ha visto al cazador que con desvelo
le está escuchando, la ballesta armada.

Tirale, yerra. Vuela, y la turbada
voz en el pico transformada en yelo,
vuelve, y de ramo en ramo acorta el vuelo
por no alejarse de la prenda amada.

Desta suerte el amor canta en el nido;
mas luego que los celos que recela
le tiran flechas de temor de olvido,

huye, teme, sospecha, inquiere, cela,
y hasta que ve que el cazador es ido,
de pensamiento en pensamiento vuela.



YO ME MUERO DE AMOR, QUE NO SABÍA



Yo me muero de amor, que no sabía,
aunque diestro en amar cosas del suelo,
que no pensaba yo que amor del cielo
con tal rigor las almas encendía.

Si llama la moral filosofía
deseo de hermosura a amor, recelo
que con mayores ansias me desvelo
cuanto es más alta la belleza mía.

Amé en la tierra vil, ¡qué necio amante!
¡Oh luz del alma, habiendo de buscaros,
qué tiempo que perdí como ignorante!

Mas yo os prometo agora de pagaros
con mil siglos de amor cualquiera instante
que por amarme a mí dejé de amaros.



QUEJOSAS, DOROTEA, ESTÁN LAS FLORES



Quejosas, Dorotea, están las flores,
que las colores las habéis hurtado;
y la frígida nieve se ha quejado
de que mayores son vuestros rigores.

Quejoso está el amor, que los amores
se han remitido a vuestro pecho helado,
y el sol, que en vuestros ojos abrasado
desprecia los laureles vencedores.

Quejosa está de vos naturaleza
por vuestra condición áspera y dura,
que para humana os dio tanta belleza.

O menos perfección o más blandura;
que, a presumir de vos tanta dureza,
¿cómo os pudiera dar tanta hermosura?



QUE OTRAS VECES AMÉ NEGAR NO PUEDO



Que otras veces amé negar no puedo,
pero entonces amor tomó conmigo
la espada negra, como diestro amigo,
señalando los golpes en el miedo.

Mas esta vez que batallando quedo,
blanca la espada y cierto el enemigo,
no os espantéis que llore su castigo,
pues al pasado amor amando excedo.

Cuando con armas falsas esgremía,
de las heridas truje en el vestido
(sin tocarme en el pecho) las señales;

mas en el alma ya, Lucinda mía,
donde mortales en dolor han sido,
y en el remedio heridas inmortales.



CELSO AL PEINE DE CALVELIA



Por las ondas del mar de unos cabellos
un barco de marfil pasaba un día
que, humillando sus olas, deshacía
los crespos lazos que formaban de ellos;

iba el Amor en él cogiendo en ellos
las hebras que del peine deshacía
cuando el oro lustroso dividía,
que éste era el barco de los rizos bellos.

Hizo de ellos Amor escota al barco,
grillos al albedrío, al alma esposas,
oro de Tíbar y del sol reflejos;

y puesta de un cabello cuerda al arco,
así tiró las flechas amorosas
que alcanzaban mejor cuanto más lejos.



DE VENUS Y PALAS



La clara luz en las estrellas puesta
del fogoso León por alta parte
bañaba el sol, cuando Acidalia y Marte
en Chipre estaban una ardiente siesta.


La diosa por hacerle gusto y fiesta
la túnica y el velo deja aparte,
sus armas toma y de la selva parte,
del yelmo y plumas y el arnés compuesta.


Pasó por Grecia, y Palas viola en Tebas
y díjole: -Esta vez tendrá mi espada
mejores filos en tu blanco acero.


Venus le respondió: -Cuando te atrevas
verás cuanto mejor te vence armada
la que desnuda te venció primero.



DE ARTE MENOR



Lope de Vega, Amor y poesía



APARTASTE, INGRATA FILIS



«¿Apartaste, ingrata Filis,
del amor que me mostrabas
para ponerlo en aquel
que pensando en ti se enfada?

¡Plegue a Dios no te arrepientas
cuando conozcas tu falta,
mas no te conocerás,
que aun para ti eres ingrata!

¡Filis, mal hayan
los ojos que en un tiempo te miraban!

Aguardando estoy a verte
tanto cuanto ya te ensanchas,
arrepentida llorando
el bien de que ahora te apartas;

víspera suele el bien ser
del mal que ahora no te halla,
pero aguarda, que él vendrá
cuando estés más descuidada.

¡Filis, mal hayan
los ojos que en un tiempo te miraban!

¡Oh cuántas y cuántas veces
me acuerdo de las palabras,
cruel, con que me engañaste
y con que a todos engañas!

A ti te engañaste sola,
pues te he de ver engañada,
deste que tú tanto adoras
y de mí sin esperanza.

¡Filis, mal hayan
los ojos que en un tiempo te miraban!

Miréte con buenos ojos,
pensando que me mirabas
como te miraba yo
por mi bien y tu desgracia;

que en esto, bien claro está,
eras tú la que ganabas,
mas a fin no mereciste
tanto bien siendo tan mala?».

¡Filis, mal hayan
los ojos que en un tiempo te miraban!



AMADA PASTORA MÍA



«Amada pastora mía,
tus descuidos me maltratan,
tus desdenes me fatigan,
tus sinrazones me matan.

A la noche me aborreces
y quiéresme a la mañana;
ya te ofendo a medio día,
ya por la tarde me llamas;

agora dices que quieres,
y luego que te burlabas,
ya ríes mis tibias obras,
ya lloras por mis palabras.

Cuando te dan pena celos
estás más contenta y cantas;
y cuando estoy más seguro
parece que te desgracias.

A mi amigo me maldices
y a mi enemigo me alabas;
si no te veo me buscas,
y si te busco te enfadas.

Partíme una vez de ti,
lloraste mi ausencia larga,
y agora que estoy contigo
con la tuya me amenazas.

Sin mar ni montes en medio,
sin peligro ni sin guardas,
mar, montes y guardas tienes
con una palabra airada.

Las paredes de tu choza
me parecen de montaña,
un mar el llegar a vellas
y mil gracias tus desgracias.

Como tienes en un punto
el amor y la mudanza,
pero bien le pintan niño,
poca vista y muchas alas.

Si Filis te ha dado celos,
el tiempo te desengaña,
que como ella quiere a uno
pudo por otra dejalla.

Si el aldea lo murmura,
siempre la gente se engaña,
y es mejor que tú me quieras
aunque ella tenga la fama.

Con esto me pones miedo
y me celas y amenazas:
si lloras, ¿cómo aborreces?
y si burlas, ¿cómo amas??».

Esto Belardo decía
hablando con una carta,
sentado al pie de un olivo
que el dorado Tajo baña.




NACE EL ALBA MARÍA




Nace el alba María
y el sol tras ella,
desterrando la noche
de nuestras penas.

Nace el alba clara,
la noche pisa,
del cielo la risa
su paz declara;
el tiempo se para
por sólo vella,
desterrando la noche
de nuestras penas.

Para ser señora
del cielo, levanta
esta niña santa
su luz aurora;
él canta, ella llora
divinas perlas,
desterrando la noche
de nuestras penas.

Aquella luz pura
del Sol procede,
porque cuanto puede
le da hermosura;
el alba segura
que viene cerca,
desterrando la noche
de nuestras penas.


CORRÍA UN MANSO ARROYUELO



Corría un manso arroyuelo
entre dos valles al alba,
que sobre prendas de aljófar
le prestaban esmeraldas.

Las blancas y rojas flores
que por las márgenes baña,
dos veces eran narcisos
en el espejo del agua.

Ya se volvía el aurora,
y en los prados imitaban
celosos lirios sus ojos,
jazmines sus manos blancas.

Las rosas en verdes lazos
vestidas de blanco y nácar,
con hermosura de un día
daban envidia y venganza.

Ya no bajaban las aves
al agua, porque pensaban,
como daba el sol en ella,
que eran pedazos de plata.

En esta sazón Lisardo
salía de su cabaña,
¿quién pensara que a estar triste,
donde todos se alegraban?

Por las mal enjutas sendas
delante el ganado baja,
que a un mismo tiempo paciendo,
come yelo y bebe escarcha.

Por otra parte venía
de sus tristezas la causa,
hermosa como ella misma,
pues ella sola se iguala.

Leyendo viene una letra
que a sus estrellas con alma
compuso Lisardo un día,
con más amor que esperanza.

Vióle admirado de verla,
y de unas cintas moradas,
para matalle a lisonjas,
el instrumento desata.

Y por dos hilos de perlas,
que dos claveles guardaban,
dio la voz al manso viento
y repitió las palabras:

«Madre, unos ojuelos vi,
verdes, alegres y bellos.
¡Ay, que me muero por ellos,
y ellos se burlan de mí!

»Las dos niñas de sus cielos
han hecho tanta mudanza,
que la color de esperanza
se me ha convertido en celos.

»Yo pienso, madre, que vi
mi vida y mi muerte en ellos.
¡Ay... !

»¿Quién pensara que el color
de tal suerte me engañara?
Pero ¿quién no lo pensara
como no tuviera amor?

»Madre, en ellos me perdí,
y es fuerza buscarme en ellos.
¡Ay, que... !»



Lope de Vega


Lope de Vega, Amor y poesía

lunes, 25 de junio de 2012

LA POESÍA DE NELSON JIMÉNEZ VIVERO, EN LA SECCIÓN DE POETAS INVITADOS DE ANCILE



Tenemos el placer de incluir en  nuestra sección de poetas invitados del blog Ancile,  al poeta cubano residente en Miami, Nelson Jiménez Vivero. Adjuntamos unos apuntes biográficos y bibliográficos con los que situarle personal y literariamente a nuestros lectores. a modo de poética adjuntamos dos semblanzas sobre la poesía de nuestro autor invitado por los críticos Francisco Martínez  Bouzas y Manuel Salinas. Incluiremos una selección de poemas suyos para deleite de los habituales de poesía de nuestro entorno de asiduos y muy estimados lectores que, conformarán una entrada, a juicio de quien suscribe estas breves y apresuradas líneas, muy completa y de seguro, avisado y muy formativo entretenimiento.




La poesía de Nelson Jiménez Vivero, Ancile




LA POESÍA DE NELSON JIMÉNEZ VIVERO, 
EN LA SECCIÓN DE POETAS INVITADOS DE ANCILE




La poesía de Nelson Jiménez Vivero, Ancile




BREVE BIOGRAFÍA




Nació en La Habana, Cuba. Es médico, poeta y músico. Profesor en varias asignaturas médicas en el Instituto de Ciencias Médicas en Miami y Director de la emisora radial Punto y Seguido  Radio. www.puntoyseguido.us
Ha publicado: El Caracol (cuento), Libroline Editores S.L., 2000, Alicante, España; El Inestar (poesía), Editorial Voces de Hoy, Miami, 2010; El inestar 2 (Audiolibro), NJV Records y Editorial Voces de Hoy, Miami, 2012 y Mariposas Nocturnas (Poesía) Editorial Voces de Hoy. Miami, 2012. Algunos de sus poemas han sido seleccionados para antologías, entre ellas destaca la Antología Poética Contemporánea "Las caras del amor", Editorial Versal Group, Estados Unidos, 1999. Varias revistas literarias, como Baquiana, Entre Líneas y Adamar, han publicado textos suyos. Trabajó como columnista en periódicos de Venezuela. Fue fundador y editor de la Revista Literaria Poetas 2000. Como músico integra el grupo Selva Sombra,  trova cubana que participa activamente de la vida cultural de la ciudad. Actualmente reside en Miami y puede ser contactado vía E mail: nelson@puntoyseguido.us





A MODO DE POÉTICA




EROTISMO PARA NUTRIR LOS CARDIOGRAMAS DEL ALMA





Mariposas nocturnas
Nelson Jiménez Vivero
Editorial Revista Entre Líneas, Miami (EE.UU), 2012, 99 páginas.



Médico, graduado de escritor, realizador de programas de radio en Cuba y Venezuela cantautor, columnista de varios periódicos, profesor universitario, narrador en formato breve y sobre todo poeta, poeta cubano residente en la diáspora cubana en Miami, donde actualmente dirige la emisora Punto y Seguido Radio. Así se autodefine Nelson Jiménez Vivero, y así lo defino también yo, sobre todo para los lectores de esta orilla del Océano, que tanto nos separa y que nos priva de la policromía, de todos los colores, olores y sabores de la poesía centroamericana, de la poesía caribeña.
La poesía de Nelson Jiménez Vivero, Ancile
Seis poemarios y una Coda tienen holgada cabida en esta hermosa edición de la Editora Revista Entre Líneas. “La Espera”, “El Hallazgo, “La Pareja”, “La Distancia”, “La Ruptura”, “La Historia”  y esa “Coda” que le pone el ramo a esta pulcra y bella publicación. Casi cien poemas que ven luz en este año favorito de agoreros, que no son productos de la imaginación -confiesa el escritor-, sino recuperación, a través de senderos líricos, siempre más cortos, siempre más enigmáticos, de historias de amor que jamás debieron terminar.
Como las mariposas nocturnas, esclavas de la luz, amigas de la luna, hoy rompen la obscuridad de la noche y retoman la claridad y la alegría de la existencia. Y en noche de luna llena, me dejo embrujar, en efecto por este singular yo poético instalado en el espacio vital de la soledad, un topos que destruye el tiempo, el espacio y recupera, la memoria, recobra sobre todo las huellas del amor.
Escritura nocturna quizás la de Nelson Jiménez, una agenda noctívaga donde el yo poético se propone registrar, en abigarrada diversidad, los sentimientos, los pensamientos, los recuerdos que poblaron sus noches o quizás sus amaneceres. Convencido de que esta es la chispa que enciende el fuego lírico de Nelson Jiménez, recorro sus versos, el registro periódico de su intimidad, de un yo que escribe no solo para si mismo -aunque también es esta escritura autorreferencial-, sino sobre todo para ese “tú” destinatario de estos poemas que destilan océanos de amor. Y en el recorrido me embrujan, efímeros e irrecuperables, los secretos camuflajes, las encubiertas complicidades. Los “tus” íntimos que transitan estos versos, reales pero opacados y que, sin embargo, siguen nutriendo los cardiogramas todos del alma. Y por ello mismo, ahora retornan como imágenes copiosas, como memoria, sí como memoria subjetiva –memoria de la memoria, como proclamó Agustín de Hipona-, preservadora de promesas y de resistencias.
Dejándonos perder en estos territorios de enigmática belleza, explotan emociones y sentimientos y nuestro ser es sacudido por esa gran verdad y milagro del mundo que es la poesía. Es por ello que regresamos compulsivamente a estas Mariposas nocturnas, atraídos por la luz de la llama de las velas. Y como ellas en sus vuelos, los poemas de Nelson Jiménez utilizan mecanismos de navegación, ahora que viven no solo en sus archivos digitales, sino también en nuestras lecturas. Serán los puntos cardinales, la estrella polar  del erotismo, un finísimo erotismo, que se nutre en historias de pasión, esa pasión que, como árbol frondoso, se refugia en el “bosque oxigenante”, que brota a media noche y mantiene su frondosidad en este “astro perpetuo” que apenas somos capaces de descubrir.
Poemas extremadamente sensoriales, esculpidos con igual maestría en la prosa poética, en el verso clásico y en el verso libre, sin puertas ni fronteras. Versos tallados en la limpieza y en el brillo de materiales nobles y con la belleza de un tamaño enorme. Observaciones epigramáticas, algún fragmento meta-escriturario, torrentes de materia autobiográfica pueblan la poesía e Nelson Jiménez. He aquí pues la substancia de estas Mariposas nocturnas que se completan con los Poemas del Inestar, recogidos en un CD con el aderezo de música incidental. Quizás su autor es pequeño y diminuto. Lo ignoro. Inmensos, sin embargo, los ojos y el espinazo de sus versos.



Francisco Martínez Bouzas





LA APOPTOSIS EN LA POESÍA
DE NELSON JIMÉNEZ VIVERO


                                                                    



            Leer la poesía de Nelson Jiménez Vivero es recordar las antiguas palabras que ordenan a Lázaro que se levante y que ande, es recordar aquella becqueriana música que dormida aguardaba en la polvorienta arpa, pues la misión del poeta lírico no es otra que la de desempolvar palabras, la de decir las cosas de siempre de otro modo, la de querer descubrir el mundo, la de querer nombrarlo todo, estrenarlo todo con nuevas palabras o con las mismas, dichas de otro modo.

Y en ese momento entenderemos la idea de resurrección, lejos de la idea greco-cristiana, en donde asciende el polvo hasta un nuevo destino. Porque el tema del amor no es señalar la muerte, ese severo anuncio de necrosis, sino su resurrección, la condición juvenil de nuestra alma, su condición de mota de polvo enamorado, como señaló Don Francisco de Quevedo, la apoptosis de ser amante que permanece en la certeza de que siempre en alguna parte nos volveremos a encontrar. Y allí, en lo que retoña, podremos festejar de nuevo lo que en verdad estaba dormido para siempre.

Por eso señala Nelson Jiménez Vivero:

“ A veces tengo la certeza de que la muerte no fue el destino de mis mariposas sino que ellas apenas descansan esperando una oportunidad para retomar la alegría de la existencia”.

La poesía de Nelson Jiménez Vivero, Ancile
            El poeta sabe, “cuando cae la noche en nuestro estómago, que en nuestra condición de amantes esta el dolor, que hay que pagar las viejas cuentas, que ese tiempo de amor fue prestado y hay que devolverlo.
            El poeta, en cambio, hubiera deseado que el amor fuese eterno, “que no seas un relámpago para mis ojos,/ sino un astro perpetuo que apenas descubro y sin embargo, se ve condenado a vivir solitario la noche del ahora como si fuera una ficción aterradora, pues frente a la historia se levanta pastoso el mitho.
            Él desea que aquel tiempo del amor, aquel tiempo de luz, aquel tiempo de ardoroso vuelo sea eterno; ya que sabe que si fuimos algo, si somos algo real y sólido, sólo se haya en nuestra condición de amantes, como anotó Novalis:

                        “sentados a la mesa siempre puesta y nunca vacía del deseo”.
                       
Por todo esto, el amante trasfigura la realidad para convertirla en resurrección, en presencia, vida, espíritu que es más fiel que la propia realidad.
El poeta canta al amor contra el olvido, “la libertad de crearte”, descubrimiento de ese “ islote sin naufrago”, río que pasa, pero que queda.

Es decir, vivir no fue sólo la arrolladora abundancia del amor sino también la sal y el abismo, pues levantamos nuestro futuro sobre una base de arenas movedizas, sobre aquello que se fue y no vino, y ésto sólo lo sabemos seriamente cuando hay que pagar las cuentas de aquel tiempo de vino y rosas.

Su precio es la resurrección, mas el verdadero milagro no consiste en que “llueva café en el campo”, sino en que siendo la vida tan avara y mezquina no nos matemos al repartir el pobre café que la vida nos ofrece cuando llega ese Shylock del tiempo desmedido que alza muros, cierra puertas, levanta cercas y fronteras en los remansos.

Cuando Saturno apaga la luz, la vida, “girasol desterrado”, brilla en la eterna resurrección del poema.

La poesía de Nelson Jiménez Vivero, Ancile
Y allí sólo nos salvamos pareciéndonos  a ese Van Gogh que se autorretrata sin oreja, pues el tiempo siempre da otra luz a las cosas , pues al fin, sólo somos un portazo o una despedida o el otro o el que se queda, como nos recuerda Nelson Jiménez:

            la “otra vida... la otra muerte... la otra herida, el otro mundo, el otro pantalón, el otro...”

Y allí aprendemos que la falta de egoísmo del poeta, su generosidad o apoptosis (morir para regenerar nuevos elementos) es la que crea el poema, su “no sé por qué el estiércol me alimenta” que es  la Resurrección del tiempo aquel que había muerto, la memoria, como escribió Paul Valery, de haber sido tratados con atenciones extraordinarias.

Así en el poema surge, frente a una manera de “vivir sin un bosque”, la Resurrección y la Esperanza:

                        “Los temores [la vida] se desvanecen y se instauran otros, que también se desvanecen. Ver morir [la vida] al miedo es algo tremendo. Verlo nacer con otro color hasta que se escapa es ya cuestión de extrema belleza”.

He aquí  que aunque la vida nunca fue como deseamos que fuera, siempre terca anduvo entre la realidad y el deseo, el poeta, sin embargo, siempre vuelve con las manos abiertas montado en su asno de oro de la palabra para decir el secreto de todo aquello que nos desvela y no hay forma de decir qué es. El secreto, en suma de la poesía.  Su  noli me tangere .


Málaga, 24 de junio de 2012



Manuel Salinas
Doctor por la Universidad de Málaga.
Catedrático.









POEMAS



La poesía de Nelson Jiménez Vivero, Ancile







LIBERTAD CON LÍNEA FUERA DE CASA





Soy una línea, me dibujo ante ti,
Hijo soy del grafito oscuro de una noche larga.
Hijo soy también del blanco papel que lo desangra.
Mi existencia requiere el desgaste
y la mancha de mis padres.
Las orillas de mi casa son el agua
que emana de mis centros volcánicos.
Me dibujo ante ti, pero sin ojo también existe mi longitud arraigada.

Cierro puertas para mostrarte la hondura,
pero sé que al paisaje exterior lo habitan libertades.
Conozco la extensión de esa fauna que rebuzna
y te invita ansiosa a convertirte en bestia,
Conozco los deseos de ser bestia,
la irreverencia de la piel ante una mano extraña,
el grato estallido infernal de los vicios reciclables.
Ahí están, más allá de esta línea que soy para encerrarte
Ahí van, con disfraces de hombres libres
que quieren usar tu libertad sin usurparla.
Ahí está tu libertad, temblando en orgasmos retenidos.
Soy el dique que guarda tus olas,
pero sopla un viento voraz desde tu fondo,
me empuja, tratando de extinguir la fuerza
de mi pared insalvable.

La casa sin línea es cualquier casa,
con línea es cárcel;
mis barrotes destinan tus músculos a la atrofia.

Ya sé que no deseas una línea,
sé que soy de siempre y de montaña,
¿Qué hago ahora con tus fantasías?
Presiento que debo abandonar tus ojos
e ir a trazarme en el desierto, como antes,
pero: ¿qué hago entonces con tu sueño profundo?
¿Mereces la locura de la selva vagabunda
o acaso la enajenación de mi medular resguardo?
Presiento que es mejor el mutismo de la soledad
que la armonía vital de una multitud amontonada.

Sin paz te descubro para aquietarte.

Solo soy una línea tratando de preservar lo que retoña
para que no lo devoren.
No tuve línea para mí, me devoraron,
me reinventé, me devoraron,
me reinventé.
No puedo saber si ese proceso me convirtió en tu línea
y he ahí mi grandeza.
Quizás deban comerte para que te crezcan espinas necesarias,
quizás no soy una línea, sino un diente presto a mutilarte.

Todo lo que soy lo inventas
todo lo que eres fui,
coexistir no es un milagro.

No quiero más morder a ciegas un trozo de pan fresco,
La avidez reanuda luego el vacío inmensurable,
satúrame de voz y de nostalgia,
ahógame el hambre con tus nombres,
húrtame la incredulidad,
haz enorme la voluntad de seducir tu ángel
desde una inmortal evidencia:
necesidad de poseer la línea.






PANGEA






Tu mano desarma la integridad del continente.
Leo tus ojos prohibidos,
tus ojos que me aciertan el origen.

Allí, donde tu mano despierta,
me rehago, entre tus muslos,
me derribo en la luz de tus huesos
me alzo hasta tus ojos
para que designes mis bordes.

Intento abarcarte con la piel de mi avaricia.
Repaso tu voz para dejarla ser mía
en la servil estupidez de mis tímpanos.

Un beso tuyo tiene el color brutal de la guerra,
la guerra que conquista y derrota mis demonios,
la guerra que es espasmo cuando tu beso se detiene
en el centro del pecho de mi pubis,
para redimir el surtidor de cera
sobre el beso desbordado,
que se relame, se recrea, se expele en devoción;
es por eso que tus labios conocen
el arrojo de la victoria.

Cada viaje a tus pies tiene un paisaje,
Una jungla que no se repite.
Pintas la ternura de tus lienzos,
la intensidad de tus serpientes,
la paz serenísima de tus termales.

Lléname más, sin temor, lléname, empiezo.
Deja que sea yo quien paralice
la ebullición de esos cráteres.
No puedo detener el derroche
y se me escapa apresurado, en estampida,
se delata la furia de mi savia,
se te pierde adentro su río tuyo.
Dejo de arborizarte por un segundo,
solo un segundo en el que me declaro
ancla de tus abundancias.
Es el hambre,  hambre de hombre frente a su espejo.


Hay un bolsillo en la camisa de mi universo,
allí te colecciono, allí apoyo tu cabeza,
allí escondo tu hacha, tu balanza,
allí cato el zumo de tu estirpe, animal fabuloso,
allí te busco y te recojo, allí te nombro y te eternizo.






LA CRIATURA






Nació llena de espacio.
Absorbió toda la luz.

Nosotros, quienes la engendramos, casi accidentalmente,
padecemos ahora su grandeza,
el calor infinito de su amparo,
la paz de su abrazo,
y ya nada de la selva nos estorba.

Ella ruge desde el piso lo que en el techo fecunda,
convierte tus codos en ombligos de la noche,
pronuncia, terca, mi nombre,
para que no olvides que el tuyo
es también un tesoro que acuna en su garganta.

Nació en el plenilunio de marzo
nació para parirnos nuevos
nació para vivirnos,
nació, nació…
inhala la corriente de tiempos conocidos,
depura la rareza,
Cava, enfurecida, la tumba faraónica que ha de guardar sus viejas alas.

Su seno, piamadre que destila.
Su pecho, un rosal desterrado.
Sus manos, tus manos, mis manos.

Abriga talento en las entrañas de su precipicio
para arrojarnos en éxodo hacia la anchura, la enigmática anchura, de su apetito.
Nos traga, mi amor, nos traga,
nos empuja al centro de su gravedad
nos hace pasajeros en equilibrio sobre una cuerda tensa.

Nada reside sin su estigma.
Envuélveme, amor, no dejes que escape de tu delirio.
no me protejas de tus anzuelos,
no me devuelvas al lago de la insolencia,
lapídame en ti, mi amor, déjame extinto,
déjame alma.

Ahora que sabemos que nada escapa de su vientre,
liemos piernas y escafandras,
atrapemos también las utopías descabelladas,
arcos de colores, sabuesos, saltamontes.
Déjame internarme en ti, bosque de mi gracia,
ella trajo un montón de simientes
para que te funde
para que colonice el dorso de tu rostro,
para que siempre me contengas.





MARIPOSAS NOCTURNAS






Mi casa está llena de mariposas nocturnas,
habitan aquí, vienen a morir en el falso techo.
Nadan en los aceites, revolotean sobre las tazas de café,
aterrizan desde la alocada travesía de sus primitivas resonancias.

A veces quiero decirles que admiro su danza asimétrica,
aunque no pueda comprender su corta estancia en esta casa mía,
donde se igualan, poco a poco, todas sus alas muertas.
Otras veces creo que las he matado a todas,
me odio entonces por no tener flores en la casa de mis mariposas,
por darles miel o por no abrir nunca las ventanas
para que puedan escaparse de mis aplausos.

Mi casa es una mariposa muerta de llantos incontables.
La última gota de ojos parece hoy un océano.
No sé dónde incinerar la tristeza que me extirpa del cadáver,
porque yo amo mi casa a pesar de sus mariposas
y no abandono lo que amo aunque se muera.

Mi mariposa es una casa herida por cuatro horas de carretera,
cuatro horas que sembraron hacia el norte equivocado.
Mi mariposa se resume en mí para luego dejarme solo y resumido.
Vida de encontrar la firmeza inestable de un aeropuerto.
Vida de alas aferradas a la infancia a pesar de no ser ya una oruga.

Sí, mi casa está llena de mariposas que no amanecen.
Hoy conté quince fragmentos en la herida de mi casa.
Tengo que sepultar mis mariposas
antes de que se las devoren los gusanos de sus vientres,
o salgan a volar desde la muerte sus fantasmas
y me sepulten en el falso techo de sus nuevas casas.
Me han negado las flores sobre la mesa,
No saben que mi hambre es de néctar sin abejas
ni ven el recorrido que presienten mis nostalgias.

Me han comido las alas a mordiscos
y me han llovido encima montañas de promesas,
espejismos.
Tengo que salir, buscar la altura en la soledad del espacio abierto.
Envejecer lento sin mi mariposa, sin mi casa, sin morirme.







MATERIA OSCURA






Solo en la oscuridad
nacen los sueños.

Solo en la oscuridad
se decide salir a ver la luz.

Solo en la oscuridad
se descubre el silencio.

Estoy cansado de morir
solo.




Nelson Jiménez Vivero




La poesía de Nelson Jiménez Vivero, Ancile