viernes, 27 de abril de 2012

PRIMO LEVI Y, "SI ESTO ES UN HOMBRE", SEGÚN EL PROFESOR TOMÁS MORENO

Nos parece muy oportuno incluir esta magnífica entrada en nuestro blog Ancile, dedicada nada menos que a Primo Levi y a su libro excepcional Si esto es un hombre; decimos que es oportuna porque es un libro de exigida y rigurosa lectura por la importancia de la obra y del escritor, así como por cumplirse este mes de abril los veinticinco años de su (trágico) fallecimiento. Por todo esto es muy recomendable la lectura de esta nueva entrada llevada a cabo por nuestro amigo y excelente colaborador habitual Tomás Moreno.


Primo Levy y, si esto es un hombre, Tomás Moreno



PRIMO LEVI Y, SI ESTO ES UN HOMBRE,


 SEGÚN EL PROFESOR TOMÁS MORENO


Libros que debemos leer: “Si esto es un hombre”, de Primo Levi


En este mes de abril de 2012 se cumple el veinticinco aniversario de la muerte del escritor italiano -piamontés- Primo Levi (Turín, 1919-1987), uno de los escritores  fundamentales de nuestro tiempo. Hasta ahora -en prensa, revistas literarias y “medios” en general- nadie ha recordado la triste conmemoración, ha pasado desapercibida. Nosotros queremos recordarla y recordarlo.
            Su trágica muerte tuvo lugar el sábado 11 de abril de 1987, arrojándose por el hueco de la escalera de la casa en que nació y donde había pasado casi toda su vida, un año después de que publicara la tercera obra de su impactante  trilogía sobre Auschwitz, Los Hundidos y los salvados, cuarenta y tres años después de salir del campo de exterminio de Auschwitz (1944), y tras toda una vida consciente y expresamente dedicada a dar testimonio del calvario sufrido por millones y millones de hombres, mujeres y niños inocentes, por el simple hecho de ser judíos, gitanos, eslavos o simplemente por ser calificados de infrahombres, en diferentes libros, en conferencias, en entrevistas y charlas para jóvenes, y a proclamar constantemente la necesidad del recuerdo de lo acontecido, “la necesidad de hablar a los demás”, de hacer que los demás supiesen la experiencia límite que había sufrido y vivido.
Primo Levy y, si esto es un hombre, TomásMoreno
            Necesidad de “contar”, pues, que obedecía, según cuenta el propio Levi en su presentación de Si esto es un hombre, a un “impulso” casi biológico, tan  “inmediato y violento […] que rivalizaba con nuestras necesidades más elementales”[1]. Su obsesión, tras salir del campo, fue exclusivamente esa, “pues vivir en  silencio hubiera significado no alertar a los hombres acerca de los sufrimientos que unos seres humanos habían sido capaces de infligir a otros, y si las nuevas generaciones ignoraban lo que habían hecho sus antecesores, la historia podría volver a repetirse”[2].
            Como tantos otros escritores, testigos y víctimas de la barbarie nazi -Tadeusz Borowski, Jean Améry, Bruno Bettelheim, Paul Celan[3], y muchos otros- Primo Levi no pudo soportar el peso, la cruz de ese constante e imborrable recuerdo. Tenía 66 años y había pasado por un reciente proceso depresivo, intensificado por la angustiosa enfermedad de su madre de 92 años y por una reciente operación de próstata. Como cuenta su biógrafa Myriam Anissimov[4], aquel superviviente de Auschwitz, conocido en medio del mundo por sus libros acerca de su confinamiento y sus reflexiones sobre el Holocausto, acababa de confesarle al gran rabino de Roma, Elio Toaff, minutos antes de arrojarse al vacío, que el rostro cadavérico de su anciana madre, afectada de un cáncer terminal, le recordaba a los compañeros que, desnutridos y desahuciados, viera yacer moribundos en los camastros del campo de exterminio.
            El libro de M. Anissimov relata fielmente las distintas etapas de su vida: desde su niñez y juventud  hasta su existencia sedentaria de químico y escritor a la que dedicó su vida hasta su muerte, pasando por los años de internamiento en el campo de Auschwitz -período que, en el libro lógicamente ocupa la mayor parte del mismo- ya que como el propio Levi consideró siempre  esos 18 meses de internamiento en los Lager (Fossili y Auschwitz) en plena juventud, a sus 24 años, constituyeron el punto culminante de su existencia, la traumática experiencia de la que surgieron todas sus reflexiones y libros posteriores y el motivo fundamental que desde entonces inspirará y guiará la tarea exclusiva de su existencia: tratar de entender lo que había pasado.   Gracias a Auschwitz, “había nacido, sin él haberlo buscado anteriormente, un escritor”[5]. Un escritor que, además de su famosa trilogía de Auschwitz, nos ofrecerá, ya en el terreno de la ficción, relatos y novelas entre los que destacan El sistema periódico (1975), La llave estrella (1978) y Si ahora no ¿cuándo? (1982), así como dos libros de poemas L’osteria di Brema y Ad ora incerta, varios volúmenes de ensayos memorialistas (escritos entre 1952 y 1987) como La masacre como fin en sí misma, Verdad y mentira, La huelga moral del fascismo y numerosas entrevistas y conversaciones como la famosa Primo Levi en diálogo con Ferdinando Camon (1987).
Primo Levy y, si esto es un hombre, Tomás Moreno
            Nacido en Turín (1919) en el seno de una familia burguesa judía asimilada, no tuvo especiales dificultades por su ascendencia judía hasta la promulgación en 1938 de las leyes raciales por el gobierno de Mussolini. Sin embargo, a partir de entonces, la cuestión de la identidad racial supuso un serio peligro para él y para toda la comunidad hebrea italiana[6]. A pesar de ello, logró acceder a la universidad y doctorarse en química en 1941, así como trabajar casi clandestinamente en una mina de níquel.
            A sus 24 años, en 1943, tras una denuncia hecha por un traidor del grupo de partisanos al que pertenecía, Primo Levi fue arrestado por las milicias fascistas e internado en el campo para judíos de Fossili. Producida la ocupación alemana de Italia, en febrero de 1944, fue enviado a Auschwitz, tras un viaje de pesadilla durante cinco días, hacinado en vagones de ganado con otros cientos de deportados, la mayoría de ellos inmediatamente destinada a la cámara de gas. Levi se salvó al ser declarado como apto para el trabajo.  Su formación de  químico le salvó su vida y le permitió trabajar durante casi un año en la fábrica I. G. Farben del Lager de Buna-Monowitz (Auschwitz), un complejo químico industrial donde se producía gasolina y caucho sintéticos, que se beneficiaba de la explotación de una mano de obra compuesta de esclavos.
            En enero de 1945, liberado por los soviéticos, con los pocos internos italianos que aún sobrevivían, tuvo que superar toda una inexplicable odisea de repatriación a través de media Europa, antes de llegar a Turín. Su tortuoso periplo, de casi nueve meses, le hará atravesar Polonia, Bielorrusia, Ucrania, Rumania y Hungría. Tras infinitas penalidades el interno número 174.517 del campo de Auschwitz llegaba a su destino en octubre de 1945. En Turín, pronto reemprenderá su profesión de químico, la labor “de anfibio, de centauro” de toda su vida: mitad escritor, mitad científico, como solía afirmar.
Primo Levy y, si esto es un hombre, Tomás Moreno
            En su voluminosa y documentada biografía la escritora suiza Myriam Anissimov indaga con fidelidad y objetividad -basada, sobre todo en abundantísima documentación autobiográfica- además de las distintas etapas de su singular biografía ya aludidas, las polémicas y desacuerdos surgidos por su interpretación del holocausto con otros escritores judíos (Bruno Bettelheim, Hannah Arendt, Jean Améry),  así como la odisea que tuvo que sufrir para publicar su primera obra, Si esto es un hombre, rechazada por varias editoriales y sobre todo por la editorial Einaudi, directamente salida de la Resistencia (cuyos consejeros lectores eran nada menos que Cesare Pavese o Natalia Ginzburg) porque el momento  no se juzgaba “oportuno para su publicación” y tal vez, también, porque su autor era un desconocido del mundillo literario que, a la sazón, se movía en Italia en el terreno de una literatura de corte experimentalista. Se publicaría en 1947 por un pequeño editor, casi clandestinamente y sin que nadie se hiciera eco de la misma durante decenios. Mucho más tarde la editorial de Giorgio Einaudi, que durante 11 años seguidos le negara el pan y la sal, pudo sobrevivir gracias precisamente a las ventas de ésta y de sus otras obras.
            Como hemos indicado, Si esto es un hombre[7] fue su primer libro, el primero de una trilogía, desarrollada a lo largo de su vida, en la que se incluyen La Tregua[8] (1963), que trata de su viaje de regreso a Italia tras su liberación del Lager y Los hundidos y los salvados[9] (1986), la última reflexión sobre la experiencia de los campos, su summa moral y también su alegato a favor de la piedad como categoría básica de la ética humana. De este impactante primer libro Claudio Magris afirmaría que “volveremos a encontrarlo en el Juicio Final”. En efecto, si tuviéramos que recomendar un sólo y único libro para tomar conciencia de lo que supuso la Shoah y los campos de exterminio nazi, el elegido, sin ninguna duda, sería  Si esto es un hombre. Si, por el contrario, se tratara de reflejar el otro  infierno, el averno estaliniano de los campos de trabajo y de eliminación el libro elegido no sería otro que el Archipiélago Gulag de Alexandr Solzhenitsyn[10].
Primo Levy y, si esto es un hombre, Tomás Moreno
            Ambos constituyen los testimonios de barbarie inhumana mejor documentados y más dramáticos que se hayan escrito sobre los pavorosos y brutales acontecimientos que tuvieron lugar en la civilizada Europa y en la Rusia soviética durante las dos últimas décadas de la primera mitad del pasado siglo XX. Ambos pueden considerarse como los más fieles y descarnados cronistas del Inferno dantesco trasplantado al siglo XX. Tanto es así que Antonio Muñoz Molina ha llegado a señalar, en el prólogo de una nueva edición de la “Trilogía de Auschwitz”[11], que “casi nadie ha contado el infierno con tanta claridad y hondura como Primo Levi”.
            Si esto es un hombre consta de una Presentación y de 17 breves capítulos, más un Apéndice añadido en 1976, en los que su autor va describiendo sus impresiones de su internamiento y su testimonio del horror sufrido desde su captura el 13 de diciembre de 1943 por la Milicia Fascista y desde su viaje e ingreso en el campo de Auschwitz hasta sus últimos diez días antes de la liberación. Se inicia con un Poema, del mismo título, que es un verdadero epítome de todo lo que habrá de relatar a continuación, y que dice así:
“Los que vivís seguros / En vuestras casas caldeadas / Los que os encontráis, al volver por la tarde, / La comida caliente y los rostros amigos: / Considerad si es un hombre / Quien trabaja en el fango / Quien no conoce la paz / Quien lucha por la mitad de un panecillo / Quien muere por un sí o por un no. / Considerad si es una mujer / Quien no tiene cabellos ni nombre / Ni fuerzas para recordarlo / Vacía la mirada y frío el regazo / Como una rana invernal. / Pensad que esto ha sucedido: / Os recomiendo estas palabras. / Grabadlas en vuestros corazones / Al estar en casa, al ir por la calle, /  Al acostaros, al levantaros; / Repetídselas a vuestros hijos. / O que vuestra casa se derrumbe, / La enfermedad os imposibilite, / Vuestros descendientes os vuelvan el rostro” (Si esto es un hombre, p. 13-14).
             
            A lo largo de los sucesivos capítulos que la constituyen, Primo Levi va alcanzando niveles de de profundidad literaria y trágica grandeza equiparables a los relatos de un Dostoievski (Recuerdos de la casa de los muertos), un  Joseph Conrad (El corazón de las tinieblas) un Hermann Melville (Moby Dick) o, incluso, un Dante redivivo. La vida cotidiana del Lager (campo) y las vivencias de los Häftlinge (presos) son vivamente descritos a lo largo de la obra. El impacto del momento del tatuaje[12] y del despojamiento de la personalidad e incluso de la dignidad y humanidad de los internados[13]; el miedo a los constantes golpes de los Kapos, el sufrimiento por la desnudez, el trabajo, el hambre y el frío permanentes; los hurtos, los sabotajes y las tentativas de fuga; las relaciones con los demás presos y con sus victimarios, su trabajo en el laboratorio químico, el definitivo momento, en fin, de la Selekcja (selección de los que habían de ir a la cámara de gas) se nos transmiten con una fuerza dramática insuperable. Valgan a modo de ilustración sólo estos dos estremecedores fragmentos:
               
Primo Levy y, si esto es un hombre, Tomás Moreno
“Hoy es domingo de trabajo, Arbeitssonntag: se trabaja hasta las trece, después se vuelve al campo para la ducha, el afeitado y el control general de la sarna y de los piojos y, en el tajo, misteriosamente, todos hemos sabido que la selección será hoy. La noticia ha llegado, como siempre, rodeada de un halo de detalles contradictorios y recelos: esta misma mañana ha habido una selección en la enfermería; el porcentaje ha sido del siete, del treinta, del cincuenta por ciento total de los enfermos. En Birkenau, la chimenea del Crematorio humea desde hace diez días. Hay que hacerle sitio a una enorme expedición que va a llegar del ghetto de Posen. Los jóvenes dicen a los jóvenes que serán elegidos todos los viejos. Los sanos dicen a los sanos que serán elegidos todos los enfermos. Serán excluidos los especialistas. Serán excluidos los judíos alemanes. Serán excluidos los números Bajos. Serás elegido tú. Seré excluido yo” (Si esto es un hombre, p. 217).
[…] “Parece ser que todo marcha como todos los días, la chimenea de la cocina humea como de costumbre, ya ha empezado la distribución del potaje. Pero luego se ha oído la campana y ahora hemos comprendido que va en serio. Porque esta campana suena siempre al alba, y entonces es la diana, pero cuando suena a media jornada quiere decir Blocksperre, encierro en la barraca, y esto sucede cuando hay selección, para que nadie no se sustraiga a ella y, cuando los seleccionados salgan hacia la cámara de gas, para que nadie los vea partir” (Si esto es un hombre, p. 218).

Primo Levy y, si esto es un hombre, Tomás Moreno
            Se ha dicho, con razón, que Si esto es un hombre es la descripción más lacerante del proceso físico y psíquico de destrucción/deshumanización de las personas llevado a cabo en toda la historia humana. No es casualidad, nos recuerda Mercedes Monmany, que Alain Finkielkraut comience su libro La humanidad perdida (Ensayo sobre el siglo XX)[14] con un pasaje directamente salido de Si esto es un hombre. Aquel en el que Primo Levi se enfrenta en Auschwitz al temible Doctor Ingeniero Pannwitz, terrible en su frío y perfecto arianismo, y cómo ese mismo frío le traspasa inmediatamente, y anota: “Aquella mirada no se cruzó entre dos hombres; y si yo supiese explicar a fondo la naturaleza de aquella mirada, intercambiada como a través de la pared de vidrio de un acuario entre dos seres que viven en medios diferentes, habría explicado también la esencia de la gran locura de la tercera Alemania” (Si esto es un hombre, p. 181).
            Este demoníaco intento de degradación extrema de las personas, alentado por una ideología enloquecida en su fanatismo y llevada a cabo eficientísimamente por una racionalidad instrumental propia de una civilización técnicamente muy avanzada (pero moralmente pervertida) es lo que Primo Levi quiere denunciar a lo largo de ésta y de toda su posterior obra. Se questo è un uomo (como reza su título italiano original) vuelve una y otra vez a recordarnos esa degradación deliberada de los deportados al rango de “ganado”, “materia prima” o “escoria” (términos exactos, en el argot del Lager, empleados por el autor al describírnoslo) hasta convertirlos -como en el caso de los denominados Müsulmänner- en seres de otra especie, en no-personas, en “no-hombres que marchan y se agotan en silencio” y a los que se les arrancó de cuajo su categoría y dignidad de personas. Quiere dejar constancia de ello, mostrar su furiosa reivindicación de humanidad, para que lo ocurrido allí y entonces nunca se olvide, para que nunca jamás vuelva a repetirse[15]. Es precisamente la misma reivindicación que postularía, por las mismas fechas, otro gran testigo del horror nazi, Robert Antelme, el autor de L’Espece Humaine (1947), al  afirmar que es “la reevaluación de la calidad de hombre lo que provoca una reivindicación casi biológica de pertenencia a la especie humana”[16].


                                                            Tomás Moreno






[1] Primo Levi, Si esto es un hombre, Muchnik Editores, traducción de Pilar Gómez Bedate, Barcelona 2002, p.10
[2] Luis Fernando Moreno Claros, Sobrevivir al infierno, El País, sábado, 1 de septiembre de 2001.
[3] Autores que dieron también testimonio desgarrador de sus experiencias en los campos en obras como Nuestro hogar es Auschwitz (1949), Más allá de de la culpa y de la expiación (1966), Sobrevivir: el Holocausto una generación después (1983) y Amapola y Memoria (1952),  respectivamente.
[4] Myriam Anissimov, Primo Levi o la tragedia de un optimista, traducción de Teresa Marín Sanz de Bremond, Universidad Complutense, Madrid, 2001.
[5] Mercedes Monmany, Un muerto en vacaciones. El partisano desastroso, Revista de Libros nº 21, Septiembre, 1998.
[6] Vid. al respecto el ambiente en que se movían los judíos de Italia en esos momentos en la novela de Giorgio Bassani, El jardín de los Finzi- Contini.
[7] Op. cit.
[8] Primo Levi, La Tregua, Muchnick Editores, traducción de Pilar Gómez Bedate, Barcelona, 1988.
[9] Primo Levi, Los Hundidos y los Salvados, Muchnik Editores, traducción de Pilar Gómez Bedate, Barcelona, 1989.
[10] Archipiélago Gulag, dos volúmenes, traducción de Joseph M. Güell y Enrique Fernández Vernet, Biblioteca El Mundo, Barcelona, 2002. Esta obra de Solzhenitsyn junto con los Relatos de Kolymá de Verlam Shalámov y  El Vértigo de Eugenia Ginzburg (o también Un mundo aparte de Gustav Hertling) constituirán la gran trilogía denunciadora del otro genocidio totalitario de la época: el de los “gulagui”(los campos de trabajo soviéticos).
[11] El Aleph, Madrid, 2006
[12] Häftling: me he enterado de que soy un Häftling. Me llamo 174.517; nos han bautizado, llevaremos mientras vivamos esta lacra tatuada en el brazo izquierdo […] (Si esto es un hombre, op. cit., p 41).
[13] “Imaginaos ahora un hombre a quien, además de a sus personas amadas, se le quiten la casa, las costumbres, las ropas, todo, literalmente todo lo que posee: será un hombre vacío, reducido al sufrimiento y a la necesidad, falto de dignidad y de juicio, porque a quien lo ha perdido todo fácilmente le sucede perderse a sí mismo; hasta tal punto que se podrá decidir sin remordimiento su vida o su muerte prescindiendo de cualquier sentimiento de afinidad humana; en el caso más afortunado, apoyándose meramente en la valoración de su utilidad. Comprenderéis ahora el doble significado del término “Campo de aniquilación”, y veréis claramente lo que queremos decir con esta frase: yacer en el fondo” (Si esto es un hombre, op. cit., p. 39).
[14] La humanidad perdida (Ensayo sobre el siglo XX), trad. de Thomas Kaut, Anagrama, Barcelona, 1998.
[15] Cfr. Jean Claude Guillebaud, El principio de Humanidad, Espasa Calpe, Madrid, 2002,  pp. 23-24[
16] Robert Antelme, La Especie Humana  Arena Libros, Madrid, 2009. Fe de erratas: por impericia técnica de quien esto escribe, en el pasado microensayo -sobre la novela de Muñoz Molina Sefarad (miércoles, 21 abril 2012)- las 7 notas a pié de página que llevaba el original “desaparecieron” al transferirlo al blog de mi amigo F. Acuyo. Valga esta nota, si no para subsanar el error, sí para justificar su incompletud.  


Primo Levy y, si esto es un hombre, Tomás Moreno

jueves, 26 de abril de 2012

LA POESÍA DE RAFAEL RODRÍGUEZ ALMODÓVAR

En esta nueva entrada del blog Ancile, nos complace traer una breve selección de los poemas de Rafael Rodríguez Almodóvar,  uno de los promotores de la Revista Literaria Extramuros (junto a José Espada y Antonio Díaz Lafuente), Académico, amigo y poeta de vocación verdadera. Adjuntamos al contenido de esta página los enlaces correspondientes con la Revista Extramuros, lugar en el que podrán ir contemplando la trayectoria de esta publicación de obligada referencia.


La poesía de Rafael Rodríguez Almodóvar, Ancile



 LA POESÍA DE 
RAFAEL RODRÍGUEZ ALMODÓVAR




La poesía de Rafael Rodríguez Almodóvar, Ancile


A MITAD DE MI VIDA
TUVE QUE AUSENTARME




A mitad de mi vida tuve que ausentarme.
Te dejé en las alturas de tu San Miguel,
que adivino en la noche, sonando tus campanas.

Lejos de ti, he perdido en el aire muchas primaveras
y mi corazón contigo, cansado y peregrino,
perdió la raíz que me ataba a la tierra de vides y de trigos.

Ya no siento a los vinos envejecer en el roble,
ni su aroma punzante cuando llega setiembre,
ni el rítmico pisar de las botas de clavos
sobre el verde cristal de la uva brillante.

¡Aquellos carros cargados de toneles, tirados por mulas,
en mi Xerez de niño!
¡Aquellos naranjos de tantas calles,
cuyo aroma punzante mató la polución!
Se fueron para siempre mis mejores amigos.
Perdí para siempre la sonrisa materna
y el abrazo fuerte, paternal y triunfante,
que me enseñó la palabra, la verdad y la vida.

Sobre la piedra perenne, el gozo del aire.
Sobre el mar que adivino, la mediata llanura
que el Guadalete baña, donde Tartessos tuvo
su esplendor y su gloria.

San Miguel me abre a todos los caminos.
Me lleva a todos los recuerdos,
acrecienta del gozo la tristeza infinita.
¡Oh mi ciudad perdida! ¡Oh mi querida ciudad
que te alzas y exiges mi dolor!
Me convocas todas las mañanas a tu presencia
y allí donde la esquina adelgaza la mirada
y donde la piedra de la calle amortigua la pisada de los siglos,
me llenas de silencios, de aromas de los vinos
dormidos en el frescor de los claustros oscuros
de tus viejas bodegas.

Me convocas, ciudad, a los largos silencios
de los parques,
a los otoños tristes de las calles vacías,
al amor imposible, roto cada tarde,
para volver mañana gozoso y triunfante.

Oigo ahora tus campanas.

Cerca de mí, el mar y la montaña.
Por el aire, tú, ciudad. Tú, torre, por el aire.




ESTA SOLEDAD QUE ME CIRCUNDA




Esta soledad que me circunda,
sentida así, tan dolorosamente,
hablando y riendo, y doliendo
el corazón, y por la frente
fundir allí dolor y sufrimiento.

Sentirme en soledad, gritando
ante el mar, y en su oleaje
ver una vez y otra vez
como se rompe sobre la roca el agua,
que salta en pedazos de mil soles
y ver ante el mar como también se quiebra
como las mismas olas, mi dolor de hombre.

La angustia de estar aquí,
añorando la plaza donde jugar solía
de mi ciudad natal.
Oír la voz maternal que me llamaba,
la voz que ya se fue, que ya no es nada.
Que sí es. Esta tarde en el pecho
una opresión gigante me atormenta,
un viento letal quema mi piel
y una congoja mi soledad aumenta,
como crecen los soles y se ven
en el día perderse las estrellas.

Volver otra vez a mi niñez perdida.
Solo, sí. Pero ayer una rosa era una rosa.
Una ilusión, un paso gigante por la vida.
Ahora la soledad me cubre. Me duele
el libro que en las manos tengo.
Me duele la razón de vivir. Me violenta
el saber que no es vivir, cuando se está muriendo.

Que me pongan mi vida ahora,
mi soledad primera,
para que esta angustia que me va creciendo,
la grite al mar y en el mar se pierda.




EL PUENTE DEL TIEMPO, QUE APRISIONA





El puente del tiempo, que aprisiona
el pasado y el ayer por el que anhelo
cruzar la alameda y el parque
donde jugar solía, bajo la vigilante
mirada cariñosa de mi madre solícita.

El otoño triste del árbol derribado
sobre la acera estrecha del pasado
donde jugaba ilusión, jugaba alegría,
donde el destino programaba
la presa rota de una meta
que nunca alcanzaría.

Ahora que la nieve oculta la montaña
y el sol se rompe en dos mil soles,
aquellos naranjos de mi ciudad perdida
se tornan en fantasmas imposibles
de una angustia interior que me aprisiona
como una losa de mármol o un vino amargo
de una mala cosecha, de una sucia vendimia.





MI CARTA ESTA ECHADA




Mi carta está echada,
no tiene retorno.
La he franqueado con nubes
que presagian una fina lluvia
que, en las barandas del día,
pondrán brillantes perlas.
Podrá la tarde retrasar su llegada,
pero ella la espera
como ocasión propicia
para encontrarse conmigo
donde no exista solución de pasado.
Pero claridad diáfana de futuro
aguarda la esperanza
de volver de nuevo
al mundo de la gracia,
a la recoleta plaza,
a la paz primavera
de los días inefables.
Sí, mi carta llegará
con un mensaje de amor
desde los balcones del alma.


En ningún tiempo
[1990]





 HAY UN MUNDO DETRÁS, QUE ME PRESIONA


I


Hay un mundo detrás, que me presiona.
Un ayer que conforma este presente,
que se cuelga a mi espalda como alforja

pesada, de dolores y de gozos.
Una ciudad natal, que no se olvida.
Un presente en Granada, que cautiva,

queriendo serenar mis emociones.
Vencer y convencerme que sí vivo,
que grito, aunque por dentro me desgarre,

que me rompe las noches y los días
las fuerzas que me explotan en el aire.
Necesito una mano que me oriente,

un escalón de paz que me sostenga,
un mar azul de infinito horizonte,
una ilusión, un sueño, una quimera.




 DEJAS QUE EL AGUA DE MI FUENTE




Dejas que el agua de mi fuente
en tus manos juegue. Estrellas fugitivas
por tus dedos alborotando salten
y que la noche silente nos enseñe
y nos lleve alrededor de los días.
Que olvide los malos presagios
de aquellos adivinadores de lunas,
que perdieron el futuro en una carta vacía.

Pon aquí, por una vez tan sólo,
un signo de esperanza, con vocación de entrega
y no te adelantes al tiempo y la miseria
de un cordel que se rompe cada tarde
si tiras de un desmayo y la fisura
de una flor que se abre al mediodía.

Cuando el tiempo no conduce a esperanzas
de alborotados días, ni tranquilos atardeceres,
dejas que el dolor de tu enfermiza angustia
tenga en mi boca la última palabra.



Ámbar de mi vino
[1992]




La poesía de Rafael Rodríguez Almodóvar, Ancile




SOLEDAD TEJIDA





Juntas estáis en la memoria mía
GARCILASO


En mi reloj llovían los desánimos
clavados en tictac impenitente
a todas horas.
Amanece ya.
Hay un clamor de esperanza en mi ventana
que ata y desata el pensamiento yermo,
buscando de sus luces la presencia
que nunca acaban de alumbrar
del todo.

Hago y deshago, por hacer
sin rumbo, en mi torpeza mañanera
y mis pasos se cruzan con mis pasos
en esta soledad que voy tejiendo.

El tiempo va quedando
atrás irreversiblemente
con un tictac doliente...

Será que ya no existo,
que me he perdido en la memoria mía.






DE VOCES Y SILENCIOS




Reabrir los pasos dados
y pisar por encima de sueños quebrantados
si el futuro se agosta
como arroyo en verano.

Tras la idea queda
un esquivo remanso;
contra el muro se aquieta
un reclamo de voces que alteran los silencios
y el dardo que no llega
al centro de los días.

Los pies sobre el asfalto no pisan con firmeza.
La duda y la zozobra, sollozo de las horas.
La claridad en mis manos
en niebla se confunde.

No bastarían mil años, ni mil palabras nuevas
para encauzar lo incierto.

  
De nieblas y silencios
[1998]



La poesía de Rafael Rodríguez Almodóvar, Ancile



EN SOMBRAS





Sintiera el peso de mis años
y, sin más, se quebrara
el pausado andar de los días
en la ciudad perdidos;
buscara algún encuentro
donde pudiera hablar
del pasado reciente
con alguien que atendiera,
sin asombro posible,
y sufriera las pausas
que genera el dolor.
Que aceptara una copa y otra copa de vino
y, sin cambiar los pasos,
el fiel amigo me dejara,
por el alcohol rendido,
en el patio de casa
en las sombras del día.

Si esto ocurriera, que rechazo
por ética de hombre,
cuando el deseo me puede,
me conmueve y me inclina
a perderme en la nada,
me afirmo en la miseria
de saberme agotado
y mi tiempo cumplido.

Memoria del tiempo cumplido
[2001]






SIN VOCES




Filtraba la mañana
por rendijas del amplio ventanal
primeras luces.

Serenaba la soledad sin voces,
que el peso de las horas
hacían barro y tierra.
Ningún contacto
de la llamada externa.
Podridas las raíces
sin necesario arraigo,
jardines agostados,
vencidos los girasoles y trigos.
Pero llenar los odres
no frena la derrota
cumplida en este tiempo
sin posible regreso.






PREGUNTA




Le voy ganando al tiempo
parcelas de poder en la memoria
como paso las páginas de un libro,
en sucesión de horas,
hasta encontrar
la palabra que cifra
la identificación de un verso
que se enmarque en la vida.

Si marchas hacia atrás en tus recuerdos
y es severo el juicio
y templas el agobio
de saber que te enfrentas
con el dardo en la mano
para romper los hitos
engañosos, las pasadas afrentas,
aventadas por aires de sorpresas.

Si esta película de vuelta
de impenetrable niebla
es huella del pasado
certifica el mal oficio
que generaron otros,
¿cómo salir airoso
destruyendo imágenes?




 Vigilia de los días
[2006]




                                         Rafael Rodríguez Almodóvar











La poesía de Rafael Rodríguez Almodóvar, Ancile