jueves, 24 de febrero de 2011

MANUEL MANTERO: DESDE EL HEMISFERIO INFINITO

Manuel Mantero: poeta invitado, Ancile



Desde aquella comida e inolvidable charla en el granadino barrio del Realejo con el autor de los poemas de esta entrada, he mantenido un constante contacto con el poeta (y ya entrañable amigo) a todas luces de ineludible referencia. Desde los EEUU, donde tiene su residencia -y trabajo como profesor y catedrático-, como desde Madrid,  Sevilla o Granada hemos seguido compartiendo nuestros puntos de vista literarios y sobre todo poéticos. Con motivo de esta importante entrada quisiera, y aprovechando la flamante publicación de sus obras completas, animar a todos los habituales lectores y visitantes de este blog, a acercarse al mundo literario, ensayístico y poético de tan extraordinario autor. Sirvan, además, como más que merecido homenaje, estas páginas de este medio personal y modesto para  la magnifica y admirable trayectoria del profesor, poeta y amigo Manuel Mantero.




NOTA BIO-BIBLIOGRÁFICA


Nació en Sevilla en 1930. Escribió su tesis doctoral sobre el poeta Giacomo Leopardi. Profesor de las universidades de Sevilla y Madrid, marchó en 1969 a Míchigan(Estados Unidos) como Full Professor. Desde 1973 vive en Georgia, donde ha enseñadopoesía española e hispanoamericana con una cátedra especial en la Universidad de Georgia. En la actualidad es Emeritus Distinguished Research Professor de la misma universidad. Premio Nacional de Literatura, Premio Fastenrath de la R. AcademiaEspañola de la Lengua y Premio Andalucía de la Crítica. Entre sus libros de poesíafiguran Tiempo del hombre (Ágora, 1960), Misa solemne (Editora Nacional, 1966), Memorias de Deucalión (Plaza y Janés, 1981) y Equipaje (RD Editores, 2005) yentre los de prosa novelas (Antes muerto que mudado, Plaza y Janés, 1991) y obras de ensayo y crítica (La poesía del Yo al Nosotros, Guadarrama, 1971; Poetas españoles de posguerra, Espasa Calpe, 1986). RD Editores  publicó en 2004  sus memorias (Había una ventana de colores) y desde 2007 está publicando sus Obras completas, de las que han salido cuatro volúmenes.



Manuel Mantero: poeta invitado, Ancile



 POÉTICA




PARA UN MOSAICO FUTURO (MINIPOÉTICA)


***Ritmo del poema. Como la lluvia, como el mar. Nos halaga su libre variedad insistente.
***¿Poeta? A veces tengo la sensación de que soy un emigrante ilegal que escapó de otro mundo.
***¡Qué cómodo me siento en el ser, qué incómodo en el estar!
***Soy un andaluz poeta, no un poeta andaluz.
***Después de leer a César Vallejo me entra sed, como si hubiera hecho el amor. Después de leer 
a Borges también me entra sed, como si hubiera tomado un helado.
***Poesía es intuición lúcida de las cosas. Nombramiento mágico de lo real. Natural palabra
 enriquecedora.
***¿Primera persona, segunda, tercera? ¿Tan sólo “yo/nosotros”, “ tú/vosotros”, “él/ella/ello”?
¡Salir, salir de la tela de araña! ¡Encontrar la cuarta persona!
***Que el poema no sea previsible.

***Me sirves tú, poesía, como andador para los niños.


POEMAS
                       
HE DE MATARTE UN DÍA


Manuel Mantero: poeta invitado, Ancile

He de matarte un día y enterrarte
en el blanco ataúd de la azucena,
hombre de agua y dolor, que alumbra y suena
como orilla de alma. He de matarte.

Aquel beso inmortal no tuvo parte
en tu docilidad triste de arena.
Naciste así, jinete de la pena,
y –ecuestre y torpe- habrás de conformarte.

Porque tu sangre es tu peor condena
no te importe morir, mano en la brida, 
la mirada clamando en el desierto.

Dentro del corazón de la azucena
ganarás la batalla de la vida,
Cid lunar y andaluz, después de muerto.


              

                                         (Del libro Tiempo del hombre, 1960)
                                               



ENCUENTRO DE LUIS CERNUDA 
CON VERLAINE Y EL DEMONIO




Por una senda llena de amatistas y gotas
de sangre de mancebo,
Luis Cernuda ha llegado
al infierno. Contempla el ámbito terrible,
oye las voces largas como huellas de cobra,
junta sus manos en un gesto de
conformidad. Luego, bañado de una roja luz,
sigue andando. De pronto,
un hombre –barba noble, ojos sin mancha-
se le ha acercado.
Sobre el brazo le ha puesto
su mano, le detiene. Dice:
-Sé bien venido, Luis Cernuda,
Manuel Mantero: poeta invitado, Ancilea nuestro reino. Quítate, si quieres, la corbata
pues hace calor en
este eterno verano a donde irrumpes,
y cuéntame. No ignoro
que me ensalzaste en versos doloridos,
quejoso tú del mundo sin verdad que has dejado. 
Te diré, Luis Cernuda, que conmigo
no está Rimbaud;
fue oficio del destino separarnos.
Habla sin miedo, siéntate
en esta peña. Háblame del mundo.

Luis Cernuda ha mirado
a Verlaine. Pero calla.

Verlaine ya no pregunta, a su vez mira
los dedos finos, principales,
la andaluza presencia, 
y se sumen los dos en un silencio denso.

Un leve viento orea
la techumbre de seda del infierno
cuando el demonio surge,
reclama
su humana presa última.
Los labios del demonio, hermosos, turbadores,
se abren para emitir el Juicio:

-Luis Cernuda, has amado
todo cuanto la tierra te ofreciera,
desde la golondrina de tu natal Sevilla
hasta el dolor del hierro de tu exilio.
Por ti vivieron, revivieron
un olor de azahar,
un muchacho vendiendo jazmines por la calle,
la muerte del invierno,
una tormenta de palomas.
Odio no hubo en tu vida, hijo,
sino dolor y confesada herida.
Yo te acepto. Pasea
por mis dominios,
recoge el fuego inédito,
acaricia las aves que tus cabellos rozan,
entra en tu ciudad, esta
nueva Sevilla para ti guardada,
hecha a tu cálida medida,
olorosa, y no a gentes que te anulen.
Porque purgaste en lágrimas lo que no mereciste.

Luis Cernuda, asombrado,
se ha puesto en pie, todo de luz.
Verlaine sonríe. Cantan arcángeles y santos,
que rodean al trío. Luis Cernuda
ha comprendido. Por fin habla,
sólo puede decir, en un suspiro inmenso:
-Dios mío.
                            

                            (Del libro Misa solemne, 1966)        
                                  


ANTICIPACIÓN Y BRINDIS






Manuel Mantero: poeta invitado, Ancile
Hacia Ti voy en mi carro
de oro, tirado por yeguas
cuya piel astral despide
un sudor de inteligencia.
Lo que pienso y lo que eres
se confunden en mi legua.
Riges, inmóvil. Si el Uno
te llaman o el Tres, te niegan,
Dios, mi Dios innumerable,
Inocente de apariencias.
“No puedes existir –dicen-,
que del hombre no te acuerdas.”
Si tuvieras Tú recuerdos,
tendrías pasado y pena.

¿Eres, tan puro, lo inútil,
como el agua en las tabernas?
¿Tan impuro como el agua
en las tabernas?
Cuando al rayo me acostumbre
te hallaré, me hallarás. Mientras,
entre la noche y el día,
me encamino hacia tu Esfera.


                            (Del libro Fiesta, 1995)
                                



NIÑO EN DOMINGO
  
Manuel Mantero: poeta invitado, Ancile
                              (A mis hermanos mayores, donde estén)


¿Os acordáis de aquella tarde, aquellas burlas
cuando quise plantar jazmines en
la solería de azulejos de nuestra casa,
los marchitos jazmines recogidos por mí
en el parque vulgar mientras jugabais?

Su blancura quemada olía aún
y los regué para que no murieran.

Vuestras risas, también vuestra piedad:
“Te ayudaremos a limpiar el suelo,
pero ya deja de llorar y nunca olvides
que las flores no crecen en lo duro.”
Crecieron.

                       (Del libro Equipaje, 2005)
                           




ABANICO
(El poema)






  De marfil las varillas
para durar, y con delicadeza
de orfebre. Los paisajes y figuras
(sobria emoción en líneas, en colores),
pintados sobre seda más sugieren.
Y el aire que hago despertar, regale
frescor, salud, espíritu
a mí y a quienes cerca estén de mí.

Última condición, primera acaso:
el abanico hay que saber moverlo
y mirad cómo muevo el abanico.


                              (Del libro Equipaje, 2005)
 
                                 
                                    





Manuel Mantero: poeta invitado, Ancile